Ciudadanos

Terceras elecciones: se busca responsable

La Razón
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El PP gana. Pedro Sánchez pretende salvar su cabeza. Ciudadanos retrocede. Podemos se desinfla. Éste es el escenario que vaticinan unas nuevas elecciones legislativas, en caso de no lograrse un acuerdo para la investidura de Mariano Rajoy y acudir las urnas. Una auténtica catástrofe para España que nadie parece querer, mientras quienes pueden evitarlo tampoco hacen nada por evitarlo. El horizonte envenenado se parece a lo que veteranos dirigentes del PP y PSOE, los dos auténticos partidos de gobierno en este país, coinciden: «Esto es como una película del más puro western americano: “Se busca”». Y en efecto, se busca al responsable de la tercera convocatoria, un efecto letal ante el electorado que puede modificar algo el panorama. Según todos los sondeos políticos y empresariales, si se producen nuevas elecciones el PP volvería a vencer, el PSOE podría no superar su actual fracaso de ochenta y cinco escaños, C’s enfila una marcha atrás irremediable, y Podemos queda en una órbita fuera de juego. Las nuevas elecciones pasan por lo que muchos llaman «El pánico agotador». Es decir, la hábil táctica de agotamiento hacia el adversario desplegada por Rajoy y el pánico de todos los demás a la tercera cita electoral. Algo inédito en toda Europa.

Mariano Rajoy: El único ganador

«Y si yo he ganado, ¿por qué me tengo que ir?» Era la frase repetida por Mariano Rajoy la noche de su segunda victoria. Aguantando como las rocas de su tierra gallega los ataques contra su persona, Rajoy es el único líder en esta contienda cuyo liderazgo no es cuestionado en su partido. Todo lo contrario, las feroces diatribas contra él han generado en el seno del PP el efecto contrario: unanimidad absoluta sobre su persona, indiscutible apoyo a la gestión del Gobierno y cierre de filas en todo el territorio nacional. «Es el único ganador, les guste o no», dicen en Moncloa y Génova 13 ante el pulso que ejercen las otras fuerzas del arco parlamentario. En el entorno del presidente en funciones lo tienen claro: aunque las encuestas favorezcan al PP, los intereses de España están por encima de todo. Unas nuevas elecciones serían «una vergüenza internacional». Así se expresaba días atrás un destacado grupo de embajadores acreditados en Madrid en su tradicional cena de despedida diplomática antes de las vacaciones veraniegas. «Lo de Sánchez no tiene nombre», dijeron algunos representantes de legaciones diplomáticas importantes, bien conectados con los ex presidentes socialistas Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero.

Pedro Sánchez: Cuestionado y en picado

El liderazgo de Pedro Sánchez es cada vez más débil, y estaba más cuestionado y en caída libre. Su férrea guardia pretoriana, liderada por Antonio Hernando, César Luena y Óscar López, le anima a resistir contra viento y marea. «¿Y por qué no unas terceras elecciones?». Fue la pregunta que les trasladó en la última reunión a puerta cerrada del comité de dirección del grupo parlamentario socialista. «Es patológica su aversión contra Rajoy», aseguran diputados andaluces, aragoneses y extremeños del PSOE, partidarios de una «abstención técnica» que permita salvar la cara a los socialistas en lo que ya muchos llaman en el partido «El sanchismo sin sentido». Una estrategia que encuadran en una huida hacia adelante de Pedro Sánchez para salvar su cabeza. «Unas nuevas elecciones le permiten seguir siendo candidato, se agarra a ellas como a un clavo ardiendo sin importarle los intereses de España», dicen veteranos de la «vieja guardia», indignados con las críticas de los «barones» territoriales en privado , pero ibios a la hora de plantearlo en el Comité Federal. Al margen de la presidenta balear, Francina Armengol, una radical catalanista que gobierna las Islas con el apoyo de Podemos, muy pocos líderes regionales respaldan hoy esta actitud cerril de Pedro Sánchez.

Albert Rivera: El dilema del vestir el «sí»

El caso de Ciudadanos es de traca. Lo dice un experto gurú sociológico que ha trabajado para los dos grandes partidos, PP y PSOE, en los años de la transición. «Su problema es que ha dicho tantas veces que no que a ver ahora cómo viste el sí». Éste es el gran dilema del partido naranja, preso de su anterior pacto con el PSOE, un fiasco de campeonato, deseoso de aparentar ser una nueva UCD en la transición y colgado de una encrucijada que, de no ser inteligente le lleva a acabar como la UPyD de Rosa Díez. Las encuestas le pronostican una bajada enorme en unas nuevas elecciones, toda vez que su electorado de centro-derecha no le perdona su primer pacto con el PSOE y ahora su pertinaz empecinamiento contra la figura de Mariano Rajoy.

En el seno de C’s existe un movimiento muy crítico contra esta oposición hacia el PP y, según todos los sondeos, sería uno de los partidos más castigados en unas nuevas elecciones. «Una cosa es ser bisagra y otra torniquete», dicen los críticos de Ciudadanos partidarios ya de favorecer un gobierno del PP y abanderar las reformas de su programa electoral.

PODEMOS: Fuera de juego

Lo que parecía un pacto de ganadores se ha convertido en un acuerdo de perdedores. La coalición de Podemos con Izquierda Unida ha sido un fracaso y lo sería, más aún, en unas terceras elecciones. Pablo Iglesias, el emergente líder de la nueva izquierda, el «Lenin español», ha quedado prácticamente fuera de juego del arco parlamentario y político.

Su aspiración de ser la voz única de la izquierda, fagocitando al PSOE, no va camino de llegar a buen puerto. La coalición con Alberto Garzón no ofreció los resultados apetecidos, el partido se le desangra internamente por momentos y sus vínculos en Cataluña, Galicia y Valencia hacen aguas. «La marea se ha disuelto», ironizan en el entorno de Íñigo Errejón sobre las confluencias, ahora muy en entredicho ante las próximas elecciones, el próximo 27 de septiembre, vascas y gallegas. Lo que fue un fenómeno político y mediático languidece ahora ante una posible convocatoria lastrada por la penosa gestión de los distintos ayuntamientos dónde han logrado gobernar gracias al PSOE de Pedro Sánchez.

En definitiva, unos nuevo comicios sólo beneficiarían al Partido Popular, y Pedro Sánchez y su guardia de «halcones» pretorianos –Antnio Hernando, César Luena, Óscar López y pocos más– no los desdeñan para mantenerse en una poltrona irresponsable. Albert Rivera puede moverse, pero una investidura del partido ganador, necesita votos socialistas. Como le dijo un destacado diplomático días atrás a un ministro del Gobierno en funciones: «Aprendan ustedes de los británicos, en cinco días solucionaron su problema». A eso se llama ser un gran país.