Política

Ely del Valle

Todos a la calle

Todos a la calle
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Ya no es sólo la nueva hornada de políticos antisistema: ahora son también los jueces de la Audiencia Nacional los que consideran lícito y democrático asediar los parlamentos y a quienes nos representan en ellos. Todo es libertad de expresión, oigan: los gritos, los insultos, el acoso y hasta la pintada grafitera en espalda de diputada.

La sentencia de 126 folios que absuelve a los acusados por asedio al Parlament en 2011 es digna de ser leída con todo detenimiento y tomando apuntes. Independientemente de si quienes se sentaban en el banquillo son culpables o no –que no lo son, según reza la sentencia– , los argumentos que se recogen son dignos de pasar a los anales de la judicatura: el acusado de escupir a los diputados sólo los empujó; al que se le suponía autor de los golpes en la carrocería de los coches oficiales resulta que se limitó a insultar, y la conducta del que pintarrejeó la chaqueta de una diputada no tiene relevancia, ya que «el sujeto pasivo se dio cuenta cuando en el Parlamento se quitó la prenda, y no era idónea la acción para impedir, limitar o constreñir la voluntad de la diputada».

No contentos con estas explicaciones absolutorias, los firmantes de la sentencia avalan este alegre ejercicio masivo de democracia que hubiera hecho salivar de gusto a Robespierre por la imposibilidad de algunos sectores de hacerse oír a través de los medios de comunicación «en manos privadas, o, pocos, de titularidad estatal pero gestionados con fines partidistas». Ni el mismísimo Pablo Iglesias lo hubiera dicho mejor. Como consecuencia, todos a la calle y a otra cosa, mariposa. Ahora sólo queda preguntarnos si sus señorías serán tan comprensivas cuando, haciendo uso de su libertad de expresión, alguien decida convocar un «Rodea la Audiencia Nacional» que, a este paso, todo se andará.