Restringido

Todos esperan la sorpresa

La Razón
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Ha terminado la campaña de los comicios aparentemente más reñidos. Al menos, eso dicen las encuestas. Los indecisos pueden dar esta vez un vuelco inesperado, en uno u otro sentido. Se cierran quince intensos días de frenesí electoral, vividos en dos tiempos muy distintos. La primera semana, plácida para los populares. La segunda etapa, con un antes y un después del cara a cara de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez marcado por la alta tensión verbal, semana que se cerró con el puñetazo al presidente.

El PP ha sido el partido que ha marcado el paso de la campaña. Los populares han llevado la agenda política a su terreno. En pocos días han sabido catapultar la mermada imagen de su líder. La salida a las calles del presidente del Gobierno ha contado con la aceptación de un electorado de centro derecha hasta entonces muy desactivado. Una buena parte de los votantes tradicionales del PP mostraban su indecisión sobre a quién iban a dar su confianza el 20-D. Los responsables de la campaña de Génova 13, con Jorge Moragas a la cabeza, creen que han ido de menos a más y que los resultados del domingo serán incluso mejores que lo pronosticado.

En los electores parece haber calado el mensaje de Rajoy: o yo o la inestabilidad. Enfrente, claro, todo son dudas y riesgos para la recuperación económica de España. Incluso el resto de formaciones políticas parecen haber respaldado involuntariamente los augurios populares. La indefinición del partido más facultado para llevarse una importante porción del pastel de votos del centro derecha, Ciudadanos, que arrancó la campaña en lo más alto de la cumbre, le ha lastrado sensiblemente. A estas horas, las expectativas de Albert Rivera, por ese temor de sus posibles votantes a que finalmente apoyarle suponga un voto inútil que posibilite un gobierno de Podemos y PSOE, parecen frenadas.

Justo esos dos partidos han protagonizado casi unas primarias entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez para adjudicarse el papel de alternativa. El líder de los morados no ha ocultado sus deseos de asaltar a los votantes clásicos del socialismo. La lucha frenética entre ambos ha sido positiva para ellos, porque ha impulsado a un elector habitualmente desencantado. En Ferraz 70, cuartel general del PSOE, están convencidos de que van a mantenerse por encima de Iglesias. Aseguran que la cacareada remontada de los de Iglesias es una quimera.

Curiosamente, Podemos comenzó la campaña en su peor momento, pero todo hace indicar que ha ido comiendo terreno al PSOE y generando una ilusión en los suyos muy difícil de aplacar. Algunos, con cierta maldad, dicen que fue Mariano Rajoy quien les dio promoción con aquella frase en los pasillos del Congreso el día de la Constitución: «Pablo, vais muy bien».

La «otra» campaña tampoco le ha ido mal a los «desheredados». En Unidad Popular, antes Izquierda Unida, están exultantes por los llenazos de sus actos. En sus filas están convencidos de que son la sorpresa. Por su parte, contra viento y marea, el candidato de UPyD, Andrés Herzog, quien ha sabido suplir su falta de cobertura mediática con gestos e iniciativas originales como presentarse a las puertas de Atresmedia el día del debate a cuatro, también reivindica su derecho a existir. Aquí, como se ve, todos se apuntan a la sorpresa.

Pero la campaña más incierta de la democracia quedará lamentablemente señalada por la brutal agresión a Mariano Rajoy. Sólo nos queda por vivir una noche electoral que se espera larga y en la que (quizá), en lugar de vencedores y vencidos, vamos a hablar de pactos, pactos y, otra vez, pactos.