Gobierno de España
Un balance positivo
No hay duda que ha sido una de las legislaturas más complicadas desde el comienzo de la Transición. Es cierto que todos los presidentes han tenido que afrontar retos importantes, pero Rajoy se encontró con un país que avanzaba con paso firme a tener que solicitar el rescate porque la situación económica era muy grave. El presidente del Gobierno contaba con la fuerza de haber obtenido una sólida mayoría absoluta en las elecciones del 20 de noviembre de 2011. España no hubiera podido aguantar un gobierno en minoría y el rescate hubiera sido un desastre, como lo ha sido en Grecia y Portugal.
Rajoy ha tenido éxitos y fracasos y, por supuesto, ha incumplido algunos aspectos de su programa electoral. Es algo que ha reconocido, porque las circunstancias hicieron imposible que pudiera hacerlo. Es la cantinela que con machacona insistencia le repite la izquierda política y mediática, aunque también algunos periodistas que necesitan marcar distancias incluso cuando saben que la herencia hacía imposible otra política económica. No es cierto que Rajoy haya incumplido su programa electoral, porque en muchos aspectos lo ha cumplido. No lo ha hecho, en cambio, con la reforma de la ley del aborto por un criterio deleznable de oportunismo electoral, como reconocieron al adoptar una decisión que empaña el balance de esta legislatura. En política no vale todo y la alargada sombra de Pedro Arriola, el poderoso asesor del presidente del Gobierno, explica que algunos principios se tiren, directamente, a la basura. La posición de Arriola, un asesor que no se juega nada y que viene de la izquierda radical, no me sorprende porque preferiría que el PP fuera un envase vacío de ideología y que fuera una mera maquinaria electoral. Es hacer política a golpe de encuesta y donde la ideología es un simple recuerdo del pasado. Lo mismo que el comunismo que tan grato le resultaba en su juventud antes de descubrir las bondades del capitalismo.
A pesar del arriolismo, el PP sigue siendo un partido fuerte que tiene ideología y no creo que sus dirigentes y militantes estén dispuestos a aceptar permanentemente el cesarismo presidencialista que quiere imponer el intocable asesor. Estoy convencido de que Rajoy, que ha sido un excelente presidente en muchas materias, comprenda que este mal asesor así como otros que le hicieron cometer errores durante estos años son un lastre. Rajoy volverá a ganar las elecciones si es Rajoy.
España tarda en entrar en las crisis y en cambio sale con gran rapidez. La ventaja en esta ocasión es que las profundas reformas de Rajoy y su equipo han sido muy acertadas. Es cierto que todavía no se perciben a nivel de calle, porque la crisis ha sido muy dura y larga, pero desde hace varios trimestres los indicadores son muy positivos incluso con las incertidumbres que afronta la zona euro y la crisis de Rusia.
Nada de esto sería posible sin la firmeza que adoptó el presidente del Gobierno a la hora de emprender las reformas y los recortes así como al negarse a pedir el rescate como querían algunos miembros del gobierno o destacados empresarios. El PP tiene la ventaja de que el espacio de la izquierda está muy fraccionado, pero ahora tiene que comunicar con mayor eficacia y, sobre todo, convencer a unos simpatizantes que están desencantados por diversos motivos. No es un camino fácil, pero Rajoy es un político serio, coherente y eficaz que puede remontar el resultado de las encuestas.
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