Política

Pilar Ferrer

Un dúo de altura

Un dúo de altura
Un dúo de alturalarazon

Hace ahora veintiún años, un nueve de Julio de 1992, José María Aznar y Mariano Rajoy compartían cena en la casa de un amigo común a las afueras de Madrid. Aznar, tras la en la refundación del PP en Sevilla, dos años antes, había confiado en Rajoy como el tercer hombre del organigrama del partido, con cargo de vicesecretario general. En aquel tiempo, la sede de Génova trece estaba copada por el llamado «Clan de Valladolid», gentes que habían trabajado con Aznar en su etapa de presidente en Castilla y León. Aquella noche, Mariano hizo gala de sus grandes conocimientos de ciclismo, hasta el punto de que un invitado le preguntó si era periodista deportivo. Mire usted, le respondió, yo soy un registrador de la propiedad. A lo que Juan José Lucas, presente en la cena, añadió: «Es, además, un gallego en la corte castellana».

Desde entonces, las vidas políticas de Aznar y Rajoy fueron siempre paralelas. Desaparecido Pío Cabanillas, para Aznar fue siempre Mariano el referente gallego por antonomasia. El punto negociador, frío, desconfiado y tranquilo que necesitaba un partido en los aledaños del poder. Si tenéis algún problema, hablad con Mariano, solía decir el presidente del PP a quienes le planteaban conflictos. Era el retrato de un hombre apacible, sarcástico, con fina sutileza galaica, frente a los dientes aserrados de Paco Cascos o el altivo carácter de Rodrigo Rato. Y cuando llegó la victoria, en el noventa y seis, el barbudo de Pontevedra entró como ministro en el Gobierno aznarista. Nunca lo dejó, hasta ser elegido para suceder al hombre que había llevado a la derecha española a un triunfo insospechado.

Aznar y Rajoy son muy distintos, y a la vez, algo similares. El primero es hosco, reservado, tímido, pero rotundo en sus decisiones. El segundo alberga más sentido del humor, irónico y sorprendente hacia el adversario. Pero ambos tienen en común un sentido de Estado indiscutible, enorme experiencia política, avalada por dos grandes retos. Aznar hizo lo que parecía imposible, ordenar la derecha española, ponerla firme y darle su primera victoria. Rajoy, afrontar una crisis sin precedentes, salvar a este país de un rescate amenazante y ubicarlo de nuevo dónde le corresponde en el exterior. Quienes han querido ver enfrentamientos entre ellos yerran en hueso. Aznar y Rajoy son dos políticos de altura, unidos por un pasado, responsables en el presente y necesarios en un futuro. Por algo en lo que ambos creen por encima de todo: España.