Francisco Marhuenda
Un ministro valiente
La política ni es ni debería ser como un «concurso de misses» donde se busca quedar bien. Es cierto que hay políticos que son como veletas y prefieren ganar el aplauso fácil o están obsesionados por los editoriales de algún medio de comunicación. Por ello, se levantan por la mañana con propósitos firmes, pero cambian a lo largo del día en función de lo que dice la Prensa más afín y las llamadas que reciben. No es el caso de Wert. Hace años que lo conozco y no ha cambiado como sucede muchas veces cuando se asumen cargos importantes. Es el mismo intelectual, en el sentido menos pedante del término, con una sólida preparación, una dialéctica incisiva y un gran rigor como resultado de su trayectoria y formación académica. No va de «ministro» o «alto cargo» porque sabe que es un trabajo tan importante como eventual donde tiene que asumir responsabilidades. Es otro de los aspectos positivos del ministro de Educación, ya que ha asumido una de las carteras más difíciles y combustibles de un Gobierno con una sólida hoja de ruta que, estoy convencido, conseguirá llevar a buen término. Es cierto que por el camino sufrirá un gran desgaste. Mi querido amigo Íñigo Cavero, desafortunadamente desaparecido, siempre me decía que en Educación y Cultura no hay que estar mucho tiempo, pero siempre intentando dejar una huella por el buen trabajo realizado.
Wert tiene una serie de frentes que son fundamentales para el futuro de la sociedad española. El más importante es la Educación en todos sus aspectos, pero hay otros en los que España se juega su imagen de marca en el extranjero, como es la «piratería», donde somos, desgraciadamente, campeones mundiales. La ventaja es que no le importa quemarse con tal de impulsar las leyes que son necesarias. En ello se parece a Rajoy, porque la política tiene que servir para resolver problemas y las reformas que tiene que hacer son fundamentales para el futuro de España.
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