El desafío independentista
Violencia política en Cataluña
Consciente el independentismo de que toda vinculación con la violencia es rechazada y que se vuelve contra sus promotores, ha querido presentarse siempre como el paradigma del pacifismo. En su carencia de sentido del ridículo, han llegado a compararse con Gandhi y su acción-no-violenta, que tan eficaz fue en su lucha por la independencia. Se bautizaron como «la revolución de las sonrisas», como si entrar en tu casa para echarte de ella fuera legítimo siempre y cuando se hiciera sonriendo. Una parte de la ciudadanía asume con normalidad cívica vivir en una sociedad que se rige por reglas para garantizar la convivencia; mientras que otra subsiste como insatisfecha, considerándose víctima de un estado opresor, del que espera liberarse para gozar de la ansiada república catalana. Pero la realidad es menos poética. El Observatorio Cívico de la Violencia Política en Cataluña ha dado a conocer el informe del primer semestre de este año, avalado también por los datos policiales. Según indican, se han registrado 189 casos de violencia política, de los cuales 173 (91%) son producidos por personas o grupos que promueven la independencia, como Arran, los CDR, etc., con un «repunte continuado» de estas agresiones. Y eso, sin reflejar las rupturas producidas en familias, amigos, vecinos, trabajo... Las cifras desmienten las sonrisas: el «procés» es tóxico para el bien común de la convivencia.
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