Irene Villa
¿Y los niños?
Tuve la suerte y el privilegio de ser invitada de niña a ver la cabalgata de Reyes desde uno de los balcones de la Puerta del Sol, a principios de los 90. Jamás olvidaré aquellas carrozas majestuosas, los espectaculares trajes... Aquellos colores y personajes quedaron grabados para siempre en mi retina. La ilusión de una niña, pero sobre todo la preciosa tradición de una cabalgata llena de solemnidad, luces, tradicionales y esplendorosos atuendos... permanece tan viva que cada año trato de recuperar aquella visión mágica. Confieso que estuve unos cuantos años alejada de esta tradición, pero desde que soy madre –mi hijo mayor ya comienza a enterarse del verdadero sentido de la Navidad y del maravilloso significado de la estrella de Belén y los Reyes Magos de Oriente– trato de visitar la cabalgata con ellos. La sorpresa nos la hemos llevado este año viendo algo más parecido a un desfile carnavalero de todo eso en lo que los intereses económicos convierten estas fechas: muñecos y juguetes que hay que regalar. Trato de que los míos no caigan en esa trampa materialista y consumista en la que se ha convertido la Navidad –algo que naturalmente aprovecha abiertamente la publicidad–. Tampoco entendimos el atuendo de los Reyes Magos, que, lejos de llevar esos ropajes majestuosos que iluminan la mirada de los más pequeños, parecían tres extrañas versiones del cantante King África. Algo, a mi entender, más rechazable que la gran polémica que despertaron las Reinas Magas. Del mismo modo en que durante años el rey Baltasar era alguien con la cara pintada de negro, no veo tan fatídico que Melchor tenga rostro de mujer –la barba, el atuendo y la caracterización no tienen por qué desvelarlo–. Pero que la pregunta más repetida en las redes sociales fuera: ¿es que nadie va a pensar en los niños? define rotundamente la que ya muchos llaman la cabalgata del cambio. Siempre estoy a favor del cambio, la multiculturalidad, la innovación, pero la política no debe empañar también la tradición que más feliz hace a nuestros niños.
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