El buen salvaje

La Congresa

No hay asideros donde sujetarse para que no nos lleve el viento de la ridiculez y la desgracia

No había otro asunto que interesara más a los parroquianos de los bares. Cada vez que iba por Ponzano a pedir una caña fresquita, así, a la madrileña, la gente se abalanzaba sobre mí, con la excusa de que soy plumilla, ni que tuviera cara de Walter Matthau, y me hacían la misma pregunta: «señor periodista, ustedes que son nuestro oráculo canalla, díganos, ¿cuándo van a cambiar el nombre del Congreso de los Diputados y lo van a llamar solo Congreso?». No terminaban la cerveza por la angustia, era necesario que el lenguaje inclusivo entrara en el templo de la soberanía popular, antes de la decencia, antes de cuadrar los números de un presupuesto fantasma, antes de que a Rufíán le diese por llamarse Rufiana, antes de cambiar el barril de Mahou. España no pedía otra cosa. Las sobrinas de Ábalos, los números primos de Cerdán, la fealdad de Cristóbal Montoro, que viene a ser un hermano Calatrava pasado por el «hair studio» de Soraya, en fin, todas las plagas que asolan España se quedaban pequeñas ante el clamor social de la nueva nomenclatura.

Lo dejaron claro los académicos de la RAE, esos fachas con estudios, que no hacía falta comulgar con el lenguaje inclusivo como si fuera la palabra de Dios revelada, es más, que mejor no usarlo porque en español se utiliza el neutro, pero no hicieron caso, y eso que en la Academia hay algún rojo, incluso alguna mujer, que tampoco está de acuerdo con duplicar miembros y miembras.

Al fin llegó el día de nuestra salvación. El Congreso de los Diputados se llama ya oficialmente solo Congreso, lo que dejó más tranquila a la ministra de Igualdad y hasta a Juana Rivas y a su hijo (pobre crío). Por cierto, para cuándo un ministro de Igualdad, que parece una cartera «maría», como la gimnasia en el colegio. La Congresa se despide así hasta después del verano. No hay asideros donde sujetarse para que no nos lleve el viento de la ridiculez y la desgracia. Si ellos deciden quién es periodista, qué tal si los periodistas decidimos quién es político.