
Quisicosas
Ole tus narices, faraona embustera
Jamás serás presidenta en Andalucía. Cinco meses después, El Algarrobico sigue inexpugnable y tú te has cubierto de gloria.
A veces el entusiasmo arrasa con mi cordura, mea culpa. Amo tanto Almería y me duele tan profundamente la profanación de la increíble reserva natural del Cabo de Gata, con ese monstruoso hotel de El Algarrobico engastado a lo bestia en uno de los más bellos paisajes de España, que cuando la ministra María Jesús Montero anunció que lo demolería, arrojé mi manto al paso de sus pies. Sin ambajes, con entusiasmo, escribí hace cinco meses que «así se gobierna, con determinación» y le afeé inacción a Juanma Moreno: «Ha perdido el PP –escribí aquí– una gran oportunidad de justicia y restitución y ya es hora de que aprenda que hemos entrado en una era en que la rapidez es un grado» ¿Cómo no sospeché que el enorme atril que puso la ministra delante del horrendo hotel, en plena playa, su traje beige, armonizando sospechosamente con el siena del entorno, su pelo al viento, eran parte de una campaña cosmética como recién nombrada candidata a la Junta de Andalucía? Claro, que tampoco podía yo tener certeza de que la señora mintiese. Le habían explicado que el hotel está en el centro de una tela de araña administrativa en la que litigan el Estado, la Junta, el Ayuntamiento de Carboneras y la empresa constructora y que las resoluciones judiciales apuntan a que el consistorio ha de revocar el permiso de construcción que dio en su día. A ella se le ocurrió que, expropiando el terreno fulminantemente, estaba listo el asunto. Cinco meses después, su rotunda rueda de prensa y las fotos anunciando la demolición son papel mojado. No basta con la expropiación, porque el terreno tiene varios propietarios, y al cabo –lo reconoce Montero, metiendo el rabo entre las piernas– simplemente «intentará una mediación» este mes de agosto. Mediando se lleva hace décadas. El Algarrobico se comenzó a edificar en 2003 y se paralizó en 2006.
Ciertamente es incauto creer a un político en campaña y solo puedo decir a mi favor que tenía a María Jesús por sierva fiel del poder y gárrula oradora, pero no sabía hasta qué punto mentir, lo que se dice mentir flagrantemente, por sistema, es su especialidad. Me refiero a afirmar una cosa sabiendo de hecho que es falsa y sostenerla. Ahora que la fosa del embuste se abre a los pies de Sánchez por el caso Ábalos, ha sido un espectáculo ver a su esclava proclamando con desembarazo: «Santos Cerdán no es del PSOE». O escondiéndose cuidadosamente cuando su partido pacta el cupo con Cataluña, al que ella se opuso pública y tajantemente. Ole tus narices, faraona. Jamás serás presidenta en Andalucía. Cinco meses después, El Algarrobico sigue inexpugnable y te has cubierto de gloria.
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