Los puntos sobre las íes

Constitucional: el verdadero golpe de estado judicial

El Constitucional pumpidesco se ha convertido en un Tribunal para exonerar a los socialistas

Sánchez no sólo tiene alma de autócrata, que también, su verdadero sueño sería convertirse en un Putin, un Erdogan o un Maduro de la vida, tipos a los que la mayoritaria prensa woke mundial jamás osará llamar dictadores por el mero hecho de que celebran elecciones. Con más trampas que una película de chinos, pero las celebran. Claro que por esa estúpida regla de tres tampoco habría que calificar como tirano a Franco, que llamaba a las urnas para designar a los procuradores en Cortes. Comicios que estaban tan trucados y limitados como los que se desarrollan actualmente en Rusia, Turquía y no digamos ya en esa Venezuela en la que hay previstas Presidenciales a finales de julio –adivina, adivinanza: ¿quién hizo lo propio hace un año?–. Y tanto Franco como obviamente Putin, Erdogan y Maduro son unos sátrapas de tomo y lomo. Para que se pueda hablar propiamente de dictadura basta con que los comicios sean fake, con que no se pueda presentar quien quiera, con que los pucherazos estén a la orden del día o con que concurran las tres circunstancias a la vez. Sánchez nos lleva a un régimen autoritario, de ideología única, en el que continuará habiendo elecciones pero en los que intentará por las buenas o por las malas que no haya alternancia. Y, entre medias, habrá imitado a los Putin, Erdogan o Maduro, que entendieron que para eternizarse en el poder constituía repugnante condición sine qua non asaltar el poder judicial. Cierto es que España pegó un gran salto adelante hacia la despolitización de la Justicia el martes con ese acuerdo que evitará que un solo partido pueda decidir quién es magistrado del Supremo y quién lo preside. Otro de los hitos pasa por cumplir, 39 años después de la asonada judicial de Felipe González, esa Constitución que ordena que 12 de los 20 miembros del gobierno de los jueces (CGPJ) los eligen los jueces. Veremos si en este punto Sánchez no les pega la del tocomocho. Y también se sepultan las puertas giratorias entre la política y la judicatura o el ministerio público, vamos, que se acabó el hacerse un Lola Delgado. Todo ello mérito absoluto de un Feijóo en particular y de un PP en general que entendió que la firmeza, y no el trágala que le intentaba imponer el pensamiento único, representaba la única manera de defender el interés general frente a los delirios totalitarios del marido de Begoña. Todo muy bonito, desde luego mil veces más democrático que el sistema vigente hasta ahora, si no fuera porque el autócrata les está colando el golpe de Estado judicial por una puerta de atrás llamada Constitucional. Un Tribunal de Garantías que ahora se dedica a casar las sentencias del Supremo, una golfería que pasa por anularlo de facto. El Constitucional pumpidesco, degeneración del prestigioso y prestigiado original, se ha convertido en un Tribunal para exonerar a los socialistas, en un órgano de ésos que se llevan en las naciones bananeras, en un auténtico sistema judicial de castas. Lo emplearon para meter con fórceps a ETA en la vida institucional y ahora para evitar la cárcel a los delincuentes de los ERE que permitieron el saqueo de sólo 680 millones: Griñán y Carmen Martínez Aguayo. A Maleni ya la libraron de sus 9 años de inhabilitación. Esto es como lo de ese timador que te rebaja un 20% el precio del coche pero luego te sorprende con un sobreprecio del 30% por los extras. La higienización de la Justicia está inconclusa. Ahora toca limpiar ese Constitucional que la calle ha rebautizado ya como «Prostitucional».