El trípode

Convención satánica en Boston

Los satanistas estadounidenses han organizado una Convención para mayor gloria de su adorado «Príncipe de las tinieblas».

Desde hoy y hasta pasado mañana 30 de abril y contra el deseo de su alcaldesa, la ciudad de Boston, la más poblada y famosa del Estado de Massachusetts, cuna de la Revolución americana de 1776, y sede de la famosa Universidad de Harvard, entre otros muchos encantos que la convierten en un destino mundial de gran atractivo turístico y cultural, va a añadir a su Historia otro evento de gran importancia.

En esta ocasión –por algo no lo quería su regidora local– no va a figurar como un acontecimiento que acaso le vaya a reportar en el futuro más bienes de los muchos que ya posee, aunque todo es posible mirando al mundo solo «de tejas abajo». Es decir, desde una visión cerrada a la trascendencia y considerando como valiosos y dignos de posesión tan sólo los bienes materiales. Allí y hoy, los satanistas estadounidenses han organizado una Convención para mayor gloria de su adorado «Príncipe de las tinieblas».

Hoy, una no pequeña proporción de la sociedad occidental, –en otro tiempo vanguardia de la Cristiandad–, no cree en Dios –y pese a la leyenda del dólar norteamericano «In God we trust», por desgracia ha perdido la fe y cree más en esa moneda o en el euro que en Jesucristo. Y consideran que el diablo es el protagonista de otro cuento de Caperucita para asustar a los incautos, sencillos e ignorantes con el lobo disfrazado en su papel de tal.

Sería aconsejable que esos tan sabios según el mundo, se acercaran a los experimentados exorcistas acostumbrados a plantarle cara a los diablos que infestan y atormentan a tantas personas de este mundo. Así comprobarían que el mayor éxito que ha conseguido el maligno es que la humanidad no crea en su existencia para así poder actuar en ella con absoluta impunidad. No es el maligno, como muchos afirman, un mero concepto abstracto entendido como un evanescente «espíritu del mal». Es por el contrario un ser –angélico sin cuerpo material–, pero creado por Dios y cuya gran soberbia le hizo oponerse a Su Creador deseoso de no ser menos que Él y mucho menos al servicio también del hombre –varón y mujer, la criatura predilecta creada por Dios «a Su imagen» y «Su semejanza».

La Convención satánica ha convocado a satanistas de todo el mundo que desde hace días han agotado todas las miles de plazas que había disponibles. Ellos no solo creen, sino que le conocen bien. Por eso le adoran. Que san Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia Celestial, nos proteja.