Sin Perdón

La coronación de Yolanda

La plataforma de la esperanza blanca de Sánchez es una confusa amalgama de partidos, grupúsculos y egos difíciles de gestionar

La vicepresidenta segunda se ha convertida en la mesías que esperaba la izquierda mediática y política, con la excepción de Iglesias y sus acólitas, para ayudar a la campaña de reelección de Sánchez. La profeta no convence a todos, pero era previsible. En todas las religiones, incluidas las laicas, hay herejes, sectas y disidentes. Al igual que sucede en las manadas de hombres lobo, según las divertidas fabulaciones que vemos en series y películas, el macho alfa ha sido destronado y humillado por su heredera. Este domingo se celebró una ceremonia de coronación que ha tardado muchos meses. Yolanda Díaz estuvo rodeada de la parafernalia que cabía esperar de una estrategia tan bien diseñada como aplaudida por los periodistas y los medios de comunicación que quieren impedir, al precio que sea, la victoria de Feijóo. No hay duda de que Yolanda es más agradable que Pablo, que siempre anda peleando y regañando hasta el punto de que ha ido perdiendo amigos, colaboradores e, incluso, cómplices.

Es una lástima que el espectro de lecturas del destronado líder de la izquierda radical sea tan escaso como unidireccional. Por ello, me viene a la memoria una frase del famoso poema «Palabras para Julia» de José Agustín Goytisolo: «Un hombre solo, una mujer así tomados, de uno en uno son como polvo, no son nada». Es el poema que cualquier padre querría dedicar a su hija. Pablo camina hacia la nada política por méritos propios, mientras Yolanda ha conseguido levantarle la cartera. Es lo que les sucede a los listillos. Por supuesto, insiste, con la ayuda de sus trolls en las redes sociales, que es una ingrata y traidora. En el mundo de Pablo todos tienen la culpa excepto él. La plataforma de la esperanza blanca de Sánchez es una confusa amalgama de partidos, grupúsculos y egos difíciles de gestionar, pero que coinciden en el objetivo común de enviar a Podemos al basurero de la Historia, impedir la victoria del centro derecha y conseguir beneficiarse del gratificante ascensor social de la política. No lo puedo criticar, porque es algo que sucede en el resto de los partidos. Estuvo bien que eligiera el blanco en su puesta en escena, porque ofrece una imagen de limpieza y pureza. Nada es casual.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)