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Y volvieron cantando

Los «cuentos genocidas» de Albares

La obstinación del actual Gobierno por refrescar su barniz de izquierda a costa de tergiversar la historia puede costarnos muy cara, sobre todo porque algunos errores tardan años en ser subsanados

La obstinación del partido socialista en el Gobierno por agradar a sus socios de la izquierda es solo proporcional a la de destacados ministros del ejecutivo por complacer a su presidente Pedro Sánchez, incluso pasándose de frenada. Creo que se ha escrito solo lo justo a propósito del público giro, no solo diplomático sino también histórico a cargo del ministro de Exteriores solemnizando ante la populista presidenta mexicana Claudia Sheinbaum sobre «el dolor e injusticia hacia pueblos originaros mexicanos que es justo reconocer y enmendar». Las palabras del canciller español, además de no consultadas dada su importante carga política ni con el Parlamento ni con el jefe de la oposición (queda la duda de la Corona) demuestran una verdadera y auténtica indigencia desde el punto de vista del conocimiento histórico impropia de un ministro de Exteriores.

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Convendría en este punto dejar claro que los orígenes de tamaña leyenda negra se retrotraen a los mensajes de propaganda creados hace siglos por nuestros entonces adversarios colonizadores ingleses y holandeses, con notable éxito a lo largo de los años a la hora de crear una falsa realidad que hoy incluso se difunde en universidades europeas abrazando las quiméricas calumnias de Guillermo de Orange a propósito del supuesto exterminio de millones de indígenas sobre el que según Orange, incluso se alegraba don Juan de Austria, curiosa pirueta al hablar de quien precisamente había librado a toda Europa de la amenaza otomana. Para ser mínimamente rigurosos conviene recordar que en efecto murieron millones de nativos en América, pero no por la mano española cuya máxima era propagar los valores cristianos, sino por las enfermedades causadas por múltiples epidemias, a lo que debe añadirse que en países como el México de la señora Sheinbaum la disminución de población indígena se dio justamente a partir de conseguirse la tan ansiada independencia. Antes, los súbditos nativos y criollos tenían los mismos derechos que un castellano, a diferencia de lo ocurrido en la Norteamérica anglosajona o en el Congo colonizado por los belgas ya que son los principales promotores de nuestra leyenda negra. El imperio español tuvo sobras ciertamente, pero dentro de siglos de éxito. La obstinación del actual Gobierno por refrescar su barniz de izquierda a costa de tergiversar la historia puede costarnos muy cara, sobre todo porque algunos errores tardan años en ser subsanados. Más diplomacia y menos cuentos genocidas.

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