Escrito en la pared
Díaz Yanes y ETA
Todo en este filme es confusión e impostura, especialmente por el hecho de que su director y guionista se lava las manos con respecto al terrorismo nacionalista vasco no dejando entrever ningún argumento, ni a favor ni en contra
Desconozco si la intención de Agustín Díaz Yanes al escribir y dirigir el filme «Un fantasma en la batalla» ha sido apuntarse al exitoso carro temático que supuso la película de Arantxa Echevarría «La infiltrada»; si se trata de una mera casualidad que ambas se centren en una agente policial subrepticiamente metida en ETA para obtener información. Digamos que esta es la única similitud entre ambas cintas, pues mientras la segunda, más allá de su trama, estaba imbuida de contenido político –mostrando el contraste ideológico entre la organización terrorista y quienes formaban la primera línea del combate del Estado contra ella–, la de Díaz Yanes carece de cualquier referencia al respecto, de manera que, en ella, ETA es meramente circunstancial. No basta con meter de clavo imágenes de los asesinatos de Gregorio Ordóñez, José Luis López de Lacalle y Fernando Buesa, o del secuestro y ejecución de Miguel Ángel Blanco, para dar por sentado que se está mostrando el discurso terrorista cuando, en la película, no hay ningún diálogo que lo muestre –porque, todo hay que decirlo, el director ha construido su relato más bien como una sucesión de enojosos silencios–, ni siquiera en la secuencia en la que, aparentemente, la dirección de ETA adopta la decisión de matar a este último. Y luego está todo lo demás; es decir, la inverosímil resolución de la Guardia Civil de introducir una infiltrada en la banda armada cuando a la vez se relata que sus mandos saben siempre, sin que nadie se lo cuente, lo que esa agente va a descubrir; y el no menos increíble personaje de una protagonista que, después de infiltrarse en ETA, decide tomarse una excedencia para luego volver como si nada –o sea, como si los dirigentes etarras fueran estúpidos al no percatarse de tal anomalía–; por no mencionar que ella descubre el principal zulo de la banda asomándose al horizonte y viendo iluminarse un caserío. Todo en este filme es confusión e impostura, especialmente por el hecho de que su director y guionista se lava las manos con respecto al terrorismo nacionalista vasco no dejando entrever ningún argumento, ni a favor ni en contra. Es esta asepsia, esta indiferencia, lo más irritante.