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¿Qué dura más, un coche eléctrico o uno híbrido? Esto dicen los expertos
Según especialistas del sector automovilístico y de la industria de la energía, la respuesta no es tan sencilla y depende de varios factores, aunque se pueden extraer conclusiones generales

La transición hacia la movilidad sostenible ha colocado a los vehículos eléctricos y a los híbridos en el centro del debate. Y una de las preguntas que más se repiten entre quienes planean comprar uno de estos modelos es clara: ¿cuál tiene mayor vida útil? ¿Es más duradero un coche totalmente eléctrico o uno híbrido, que combina motor térmico y batería?
Según especialistas del sector automovilístico y de la industria de la energía, la respuesta no es tan sencilla y depende de varios factores, aunque se pueden extraer conclusiones generales.
Batería frente a motor de combustión
Los coches eléctricos puros dependen por completo de sus baterías. Es la pieza clave y también la que más preocupa a los consumidores. Sin embargo, los fabricantes apuntan a que los avances tecnológicos han mejorado de forma significativa su durabilidad. Hoy en día, la mayoría de las baterías están diseñadas para mantener entre el 70% y el 80% de su capacidad tras recorrer entre 200.000 y 400.000 kilómetros, e incluso más en algunos casos. De hecho, varias marcas ya ofrecen garantías de ocho años o hasta 160.000 kilómetros para cubrir la degradación.
Los híbridos, por su parte, cuentan con una batería más pequeña y un motor de combustión tradicional. Esto significa que sufren un desgaste doble: el propio del sistema eléctrico y el relacionado con el motor térmico, que requiere mantenimiento frecuente —cambios de aceite, filtros y otros componentes— y sufre desgaste mecánico. Su batería, además, suele tener menor vida útil que la de un vehículo eléctrico puro, aunque también trabaja con menos carga y ciclos.
Menos mantenimiento: un punto a favor del eléctrico
Los expertos coinciden en que los eléctricos puros, al tener menos piezas móviles y carecer de elementos como embrague, caja de cambios compleja y sistema de escape, suelen necesitar menos visitas al taller. Esto se traduce en menor desgaste general y, potencialmente, mayor durabilidad mecánica.
En los híbridos, aunque la tecnología eléctrica reduce la exigencia al motor térmico en ciudad, el vehículo sigue dependiendo de componentes propios de los propulsores convencionales, lo que incrementa las posibilidades de averías con el paso de los años.
Uso, clima y carga: factores decisivos
Más allá de la tecnología, los expertos insisten en que la longevidad de uno u otro vehículo también dependerá del uso y las condiciones ambientales. Las baterías de los eléctricos sufren más en climas muy fríos o muy cálidos, y las cargas rápidas continuas pueden acelerar su degradación. En los híbridos, los trayectos largos y sostenidos por carretera aumentan el esfuerzo del motor térmico.
Entonces, ¿cuál dura más?
No existe un ganador absoluto, pero las tendencias actuales apuntan a que un vehículo eléctrico puede igualar o superar la vida útil de un híbrido, especialmente en entornos urbanos y con un uso adecuado del sistema de carga. Los híbridos siguen siendo una opción sólida, sobre todo para conductores que combinan ciudad y carretera, pero a largo plazo podrían requerir más mantenimiento y reparaciones.
La conclusión de los especialistas es clara: el factor decisivo no solo es la tecnología, sino el perfil del conductor y el cuidado del vehículo. Con el mantenimiento adecuado, tanto eléctricos como híbridos pueden ofrecer muchos años de servicio… aunque el futuro, por inversión y avances tecnológicos, parece inclinarse cada vez más hacia lo puramente eléctrico.
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