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Sin Perdón

¿Dónde está la mayoría de Sánchez?

«Sánchez tiene que asumir las consecuencias de sus actos y el principal partido de España no es su salvavidas»

En su imaginación. Por una parte, está la irrealidad y en la otra la cruda realidad. No hay más. La única ley que aprobará en las próximas semanas es la inconstitucional amnistía que le sirvió para comprar, únicamente, la investidura. Es uno de los acontecimientos políticos más lamentables y reprobables de nuestra historia reciente. Al menos no lo ha escondido e incluso tiene unas huestes que lo aplauden con una ciega lealtad, aunque es la misma que aplicaron, dicho irónicamente, cuando le defenestraron o cuando pierda el poder. A estas alturas podemos constatar que no nos equivocamos los que aventuramos que la legislatura estaba acabada nada más comenzar su andadura y que no existía una mayoría progresista. Han bastado dos días para poner de manifiesto que no era ninguna exageración. El plan regeneracionista que anunció tras sus «cinco días de abril» de frívolos ejercicios espirituales solo conseguirá aprobarlo, una vez más, en su imaginación.

Hay tres opciones. La primera es una moción de censura que contaría con la abstención de Puigdemont que está harto del inquilino de La Moncloa y sus juegos de trilero. El problema reside en saber si el PP se atreverá o no. La otra es que disuelva las Cortes y asumir el riesgo de convertirse en un jubilado sin expectativas de encontrar algún acomodo salvo la intrascendente presidencia de la Internacional Socialista que pinta menos que mi perra Lolita. Finalmente, está aguantar la agonía de agotar la legislatura con unos socios desleales y sin aliados fiables en el Congreso. La realidad es que le gusta demasiado la presidencia del Gobierno y le importa más bien poco que se aprueben o no leyes. En este caso ni puede ni debe contar con el apoyo del PP. No sería aceptable que volviera ser el tonto útil, como cuando le dio la presidencia del País Vasco al desagradecido de Patxi López. Sánchez ha asumido una deriva peronista, populista y radical que hace inviable algún acuerdo con un partido al que insulta permanentemente. Ningún votante del PP entendería que apoyara un proyecto de ley de manos de quien quiere amordazar a los medios de comunicación, acabar con la independencia judicial y controlar el sector empresarial. Sánchez tiene que asumir las consecuencias de sus actos y el principal partido de España no es su salvavidas.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).

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