Gobierno de España
El peligroso pacto de Sánchez e Iglesias
Podemos no tiene experiencia de gestión en la administración central del Estado. No así en algunos ayuntamientos, los llamados del «cambio», que en su mayoría han sido castigados en las urnas en las pasadas elecciones del 26 de mayo. En Madrid, Barcelona, Zaragoza, La Coruña o Santiago de Compostela han perdido la mayoría y, extraños pactos mediante, dejarán su gobiernos, con la excepción de Cádiz, territorio fuera del control de la burocracia de Pablo Iglesias. Su paso por la administración local ha estado lleno de excesos ideológicos, ocurrencias y sectarismo. Así lo han visto los electores, que han preferido reconducir su voto hacia opciones más serias y seguras. Con este historial, Iglesias está forzando su entrada en el Gobierno, nada menos que con una vicepresidencia, con la clara intención de maquillar su estrepitoso fracaso electoral: 860.000 votos y 68 diputados menos en doce comunidades. Pura propaganda de salvación: hacer ver que es determinante, cuando para el Ejecutivo, según lo expresó su portavoz con algo de desdén, ya sólo se le daría el papel de «acompañante». Su programa económico, sobre todo en materia fiscal, parece incompatible incluso con los planes racaudatorios de Pedro Sánchez: cinco nuevas medidas impositivas, incluido el gravamen digital a las grandes compañías tecnológicas y, claro está, a la banca y un impuesto de transacciones financieras, además de una renta mínima de 600 euros mensuales. La desconfianza hacia las políticas que pueda desarrollar Iglesias es absoluta, como así ha quedado recogido en un sondeo de NC Report que publicamos hoy. El 63,4% de los consultados está en contra de que el líder de Podemos pueda ser vicepresidente del Gobierno, frente a un 17,4% que estaría a favor. Lo más significativo es que el 71,2% de los encuestado socialistas se muestran contrarios a su entrada en el Gobierno, lo que puede interpretarse con que preferirían que Sánchez optase por una fórmula más moderada. Que esta posibilidad es más un deseo del propio Iglesias para presentarse como la fuerza de la que va a depender la gobernabilidad en la próxima legislatura, queda reflejado en el hecho de que hasta los propios votantes de Unidas Podemos no muestran un apoyo aplastante por esta fórmula: sólo un 68,8% estaría a favor. El otro apoyo que desde la moción censura fue motivo de polémica, el de los independentistas catalanes, sigue siendo un factor que va a marcar esta investidura. La posibilidad de que Sánchez sea nombrado presidente con los votos de los secesionistas es rechazado mayoritariamente por el 76,1% de los encuestados, opción que incluso los seguidores de UP no ven con buenos ojos en un 50%. Los votantes socialistas también rechazan esta posibilidad en un 69,2%. La fórmula de una coalición formada por PSOE, UP e independentistas sólo es apoyada por el 10,5%. Aunque la opción de una coalición de PSOE con Cs es la preferida en un 32%, no es por la que apuesta el electorado socialista: sólo está a favor un 16,7%. Sobre lo que los encuestados tienen una simétrica división de opiniones es sobre si Albert Rivera debería levantar los vetos a Sánchez: a favor está el 46,1% y a que éstos deben permanecer, el 46,6%. Esta línea roja marcada por Cs no la comparten los propios votantes del partido naranja: el 66,7% la rechaza, al igual que los seguidores socialistas (63,5%). En definitiva, el electorado aboga por un gobierno moderado, alejado del radicalismo de Iglesias y, por supuesto, de los independentistas. A la espera de la ronda de consultas del Rey con los partidos políticos cara a la investidura, todo indica que la formación del Gobierno necesitará de pactos a uno y otro lado.
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