Andalucía

Es preciso un PSOE estable

España está superando con solvencia la crisis económica, tal y como constatan los datos macroeconómicos y confirman, informe tras informe, los distintos organismos de control internacionales. Pero, apropiándonos del último lema acuñado por el Partido Popular, aún queda mucho por hacer para que la recuperación sea un hecho consolidado y se pueda reactivar el mercado de trabajo, que, pese a la mejoría del último año, mantiene unos índices de desempleo impropios de una de las grandes economías del mundo. Uno de los factores relevantes en esta evolución positiva de los acontecimientos ha sido la estabilidad política, propiciada, sí, por un Gobierno con amplio respaldo parlamentario, pero también por una oposición socialista a la que no se puede regatear su sentido de Estado y que siempre se ha mantenido en la defensa de los fundamentos del sistema democrático surgido de la magna obra de la Transición. Este valor objetivo no puede ponerse en riesgo por el surgimiento en el espacio de la izquierda española de unos movimientos de carácter populista, cuyas propuestas de gobierno están ancladas en los manoseados fundamentos ideológicos del marxismo y cuyas fórmulas de gestión de la economía se cuentan por rotundos fracasos, independientemente del area geográfica o cultural donde se hayan aplicado. Una opción de este tipo, como Podemos, que medra en las encuestas de opinión gracias a una sobreexposición mediática y que bebe del malestar social generado por la crisis, no puede condicionar ni ideológica ni organizativamente a un partido consolidado como el PSOE, que ha sabido evolucionar al ritmo de los tiempos y de las circunstancias históricas hacia posiciones de centro izquierda, y que tiene la suficiente experiencia de Gobierno como para caer en el expediente fácil de la retórica populista. Sería un grave error, que, al final, acabaría pasando factura al conjunto de la sociedad española, que el PSOE pierda el rumbo y la necesaria estabilidad interna a impulsos de una amenaza más presentida que real, que ni siquiera ha superado el examen de las urnas. Es preciso que los dos respresentantes actuales más destacados del partido socialista, Susana Díaz y Pedro Sánchez, despejen cuanto antes las dudas sobre el liderazgo de la formación, restauren la unidad interna y reafirmen sus posiciones ideológicas, devolviendo al PSOE su puesto de referencia en la moderna izquierda española. Lo que no significa, ni muchos menos, que ambos estén obligados a paralizar su actuación política o a ajustar sus movimientos a los «tempos» electorales. Sería el caso del adelanto de elecciones en Andalucía, apuesta estratégica de Susana Díaz que puede darle grandes réditos frente a la extrema izquierda. No. A lo que están obligados es a entenderse para garantizar la estabilidad de todos.