Día de la Hispanidad
España, con su Rey y su bandera
Si la trágica muerte del capitán Borja Aybart ensombreció la conmemoración de la Fiesta Nacional de España, también dio la exacta medida de lo que significa el espíritu de sacrificio por España de los hombres y mujeres que integran nuestros Ejércitos y nuestras Fuerzas de Seguridad. Todos ellos recibieron ayer en el madrileño Paseo de la Castellana el cálido homenaje de los ciudadanos a los que sirven, con especial énfasis puesto en los representantes de la Guardia Civil y la Policía Nacional –cuerpo que no desfilaba desde 1985, cuando perdió su carácter militar–, prueba de la especial sensibilidad de los españoles ante el coraje y la profesionalidad demostrada por los guardias civiles y policías desplegados en Cataluña. Sin embargo, fue Su Majestad Don Felipe VI quien concentró en su figura los mayores aplausos y muestras de cariño, respeto y consideración por parte de un pueblo que, en estas horas de incertidumbre, ha visto en el Rey el mejor valladar contra quienes pretenden destruir la nación y el primer defensor de la unidad de España y de los principios de libertad e igualdad que conforman nuestro orden constitucional. Ayer, en Madrid, pero también a lo largo y ancho del territorio nacional, con Barcelona una vez más desbordada de banderas nacionales y catalanas, la inmensa mayoría de los españoles quisieron demostrar el orgullo de pertenecer a una gran nación, cuna de naciones, que ha sabido construir con el esfuerzo de todos una de las democracias más avanzadas y libres del mundo. Un país moderno, que, pese a todas las dificultades, se preocupa del bienestar de sus ciudadanos y es una de las grandes potencias económicas. Una España, en definitiva, muy alejada de la caricatura insultante que los nacionalistas y la extrema izquierda pretenden dibujar desde hace ya demasiado tiempo, y que, ante el envite del separatismo catalán, ha dicho basta a la resignación y al desprecio continuo a sus símbolos y señas de identidad por parte de quienes descalifican a la misma democracia y a la misma soberanía nacional que les ampara en su indigna acción política. Por ello, ayer, los españoles estuvieron con su Rey y su bandera, festiva pero decididamente dispuestos a reivindicarse como el pueblo que es: abierto, libre, trabajador y solidario. Una nación, en definitiva, que cuenta con una voz poderosa en el concierto internacional y que es percibida por sus socios y aliados como confiable y fiel cumplidora de sus compromisos con la paz, el progreso y la democracia. Así, de entre las novedades y anécdotas del tradicional desfile del Doce de Octubre, las cerca de doscientas mil personas que se congregaron a lo largo de un trayecto previsoramente alargado, pudieron ver a representantes de las unidades militares que están desplegadas en Irak, Afganistán, Líbano, Mali, República Centroafricana y el Índico, pero, también, a las fuerzas y las aeronaves de la Unidad Militar de Emergencias, que han colaborado en la extinción de los grandes incendios forestales de Portugal; a los alumnos de la Gendarmería francesa que cursan su formación aniterrorista en las academias de la Guardia Civil; las ambulancias del Summa-112, ejemplo de la colaboración cívico militar, y una representación histórica de los Tercios de Flandes, con la que se conmemoraba el 450 aniversario del llamado Camino Español, que enarbolaban la vieja bandera de la cruz de Borgoña y que nos quería recordar la larga pervivencia de la nación española a través de las vicisitudes del tiempo. Los españoles, en suma, con su Rey y su bandera, dispuestos a seguir avanzando, juntos y para el mejor progreso de todos.
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