El «aquelarre» etarra

La ejemplaridad de las víctimas

Decenas de miles de personas respondieron ayer al llamamiento de las víctimas del terrorismo y abarrotaron la madrileña plaza de Colón y las calles adyacentes. Los ciudadanos no fallaron a un colectivo que necesitaba más que nunca su cercanía y respaldo después de la incomprensible sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobre la «doctrina Parot». La sociedad entendió la trascendencia de la cita en un tiempo descorazonador para personas condenadas a sufrir de por vida por el terrorismo, que padecen hoy la pesadilla provocada por una resolución injusta y desmoralizante. Como todos los protagonizados por las víctimas, el de ayer fue un acto ejemplar, en el que se enviaron los mensajes adecuados y oportunos, con toda contundencia y rigor en el fondo pero contenidos en las formas. Fueron muchos los portavoces que tomaron la palabra en una mañana cargada de emociones y que dejaron el relato atroz de tantas vidas y sueños rotos por la sinrazón y la crueldad de unos asesinos desalmados. Alocuciones que giraron en torno a la «Justicia», un principio clave en un Estado de Derecho y en una convivencia democrática. Las víctimas defendieron con toda razón su derecho a recibir justicia y el deber de los tribunales a impartirla, y rechazaron la venganza. «Justicia y no venganza» ha definido siempre la superioridad moral de un colectivo que renunció a represalias y «vendettas», que buscó respuestas en los tribunales y en la Ley y que depositó su confianza en el Estado de Derecho. Que las víctimas sientan ahora la punzada de un trato injusto por la sentencia europea obliga a los poderes públicos a reparar, en la medida de lo posible y conforme a la legalidad, esa desazón. El PP, presente en la concentración con una delegación de alto nivel, transmitió ayer que el Gobierno de Rajoy «luchará contra el terrorismo para que no se produzcan excarcelaciones ni humillaciones a las víctimas» y que la resolución del Tribunal de Estrasburgo «no cambia la política penitenciaria ni su dureza contra el terrorismo». El Ejecutivo hará entonces lo que debe. El Gobierno de Rajoy siempre se ha mantenido firme y una muestra de ello es la actual política antiterrorista, que sólo contempla como final éticamente asumible del terrorismo el de la derrota de la banda.

El acto de ayer fue importante para que las víctimas sintieran que no están solas y que la sociedad española no está dispuesta a olvidar a quienes lucharon por su libertad. Fue una expresión colectiva de lealtad y reconocimiento. En cuanto a los políticos, quienes estuvieron donde siempre han estado, aquellos que dieron el paso al frente cuando más se los necesitaba, cumplieron con su deber. Los ausentes lo tendrán que explicar algún día, más allá de excusas incomprensibles y retóricas baldías.