Campaña electoral
La gran coalición, la única opción fiable que sigue en pie
Esta semana será decisiva para las negociaciones que Pedro Sánchez ha emprendido para conseguir la investidura: por primera vez se sentarán juntos PSOE, Podemos y Ciudadanos, según lo previsto; no sabemos si en la misma mesa, en secreto, o por teléfono. De no ser así, sólo confirmaríamos que nos encontramos en una escena más del melodrama ligero en el que se ha convertido la búsqueda de una mayoría de Gobierno. Ha habido mucho de teatro y mucho de escenificar que se dispone de votos suficientes cuando en realidad sólo se podía computar una minoría de 131 votos, la que suman los socialistas, Ciudadanos y Coalición Canaria. Esto es lo único que se puede cuantificar hasta el momento. Esta semana, queda por ver si la formación de Pablo Iglesias se sumaría a un acuerdo –aunque sea con la abstención– cuyo líder detesta patológicamente. Pero hay otro dato que debe ser tenido en cuenta, sobre todo en la etapa final del proceso de investidura en el que nos encontramos: la gran coalición planeada por Mariano Rajoy sigue abierta. Aun siendo la opción de gobierno que recibía más apoyos del conjunto de los españoles según todas las encuestas, ésta fue descartada de manera irreflexiva por los socialistas. Sánchez ha dado muestras de un sectarismo impropio del dirigente de un partido con aspiraciones de gobierno, y es que no puede basar toda su estrategia para llegar a La Moncloa en marginar totalmente al PP, al punto de que ha sido el único partido con el que todavía no se ha sentado a una mesa. Sánchez sabe que sin el apoyo de los populares es imposible poner en marcha cualquier reforma de la Constitución, a la postre uno de los ejes del programa de gobierno de los socialistas. Como ayer volvió a dejar claro el presidente del Gobierno en la entrevista que Jordi Évole le hizo en su programa «Salvados», de La Sexta, la gran coalición «es lo que funciona en Europa, incluso en las instituciones europeas, y lo llevo defendiendo desde el día siguiente de las elecciones; sería lo mejor para España». Sin embargo, se ha encontrado con el bloqueo del PSOE, que no ha querido escuchar la propuesta bajo el único principio de que la presidencia del Gobierno debe ser para Sánchez y que, por lo tanto, no está dispuesto a entregar sus votos a Rajoy. La posibilidad de dar «un paso al lado», como exigen algunos sin tener en cuenta que ha situado a nuestro país en la senda del crecimiento económico, que fue su mayor apuesta, es mera retórica. En la misma entrevista, donde se habló sin límite de todos los asuntos políticos más candentes, cuando fue preguntado si no debería seguir el ejemplo de Artur Mas, Rajoy respondió con claridad: «... es que yo no soy Artur Mas». Es decir, el legado de su gestión es otro bien distinto. En este contexto, hay que remarcar el papel desconcertante que está jugando Ciudadanos, un partido que había apoyado la gran coalición y que decidió firmar un acuerdo con el PSOE con la muy ingenua intención de que socialistas y populares acercaran posiciones, aun sabiendo que Sánchez nunca lo aceptaría. Por lo tanto, la propuesta de Rajoy sigue siendo la misma que la ofrecida tras las elecciones del pasado 20 de diciembre. Albert Rivera tuvo la posibilidad de jugar a fondo el pacto con el PP como principio para la gran coalición, pero eligió, por error o intencionadamente, a la pareja de baile que más pisotones da, como ya está comprobando.
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