Transporte
¿Quién ha votado por cortar la Gran Vía?
La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, anunció ayer la posible peatonalización definitiva de la Gran Vía. Los argumentos son, según sus palabras, que todos los datos recogidos por el Ayuntamiento sobre el cierre de esta arteria capitalina en la campaña navideña refrendan el acierto de la decisión del Gobierno de Ahora Madrid. Por lo visto, esas cifras demuestran que todo ha mejorado: comercio, movilidad, contaminación... La alcaldesa añadió también que la clausura al tráfico rodado de las principales vías de las grandes ciudades es un «fenómeno mundial» imparable. Cuesta encontrar, sin embargo, datos u opiniones al respecto que avalen las tesis de Carmena, que no sean, claro, las de sus propios concejales. Ni uno solo de los colectivos afectados por el capricho navideño del Ayuntamiento ha vertido un comentario positivo y sí duras críticas contra un acto alevoso y precipitado que no fue consultado con nadie. Y es que el carácter imperativo del asunto no es algo menor. Para una administración que se jacta de alentar y atender la participación ciudadana en la vida y las decisiones del Consistorio, es revelador que el cierre de la Gran Vía, asunto trascendente, no fuera objeto de diálogo o, mejor, de escrutinio alguno. No interesaba. En esos espacios reservados del Ayuntamiento para las preocupaciones de los madrileños, el tráfico de la Gran Vía era y es irrelevante. Carmena ha actuado conforme a un criterio y una razón ideológicos. La alcaldesa y sus delegados de Ahora Madrid tienen un problema con la libertad individual. No la digieren, y por eso la coartan.
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