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Renovación medida en el PP

La Razón
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Mariano Rajoy ha llevado a cabo una medida renovación en la cúpula del Partido Popular, en la que da entrada a una nueva generación de jóvenes con innegable proyección como Pablo Casado, Javier Maroto y Andrea Levy, quienes tendrán la responsabilidad de poner en valor una manera de hacer política y de entender la gestión pública que, si bien ha resultado eficaz en los grandes números, se ha visto desdibujada por la inaudita oleada de demagogia vertida por la izquierda durante el largo tiempo de la crisis. Además, el presidente del PP ha tomado otra decisión de no menor calado y que era a todas luces necesaria: se encargará personalmente de coordinar las actuaciones del partido con las del Gobierno, corrigiendo las disfunciones que venían produciéndose y, al mismo tiempo, fortalece la estructura de dirección de la formación con dos nuevas vicesecretarías – la de comunicación, que dirigirá Pablo Casado, y la sectorial, a cargo de Javier Maroto–, que deberán cubrir las carencias que más se han achacado a la actual dirección, como la escasa cercanía con los ciudadanos y la dificultad de que los mensajes lleguen con nitidez y potencia a sus votantes. Probablemente, muchos observadores considerarán que estas medidas renovadoras son insuficentes, pero, sin duda, olvidan el condicionamiento del «tempo» electoral, que desaconseja la agitación interna que inevitablemente producen las grandes mudanzas. Mariano Rajoy también fue claro en esto al recordar que los congresos del partido no tendrán lugar hasta después de unas elecciones generales que se presentan difíciles pero, a su juicio, con buenas perspectivas de victoria. En efecto, el presidente del Gobierno hace un análisis que no sólo tiene en cuenta los factores negativos que han condicionado los malos resultados electorales del pasado 24 de mayo –las consecuencias de la crisis entre una ciudadanía «harta de pasarlo mal», en propia expresión de Rajoy, y de los casos de corrupción protagonizados «por quienes creíamos compañeros»–, sino que valora las fortalezas de un partido que ha sido el más votado, que se recupera en las encuestas de intención de voto y que tras el proceso de radicalización absurda de un PSOE en horas bajas, esclavo de su debilidad y de sus socios, se ha convertido en el único referente de la centralidad. Cree Mariano Rajoy que los votantes que le han dado la espalda en las últimas elecciones, ya sea desde la abstención o respaldando a otros partidos, reconocerán el esfuerzo realizado y, sobre todo, comprenderán el peligro que supone para la recuperación económica y la estabilidad social la irrupción de un extremismo de izquierda fragmentado y sin más seña de identidad común que la oposición al PP. En definitiva, Mariano Rajoy se ha puesto al frente del partido y está convencido de que lo va a llevar a la victoria.