Gobierno de España

Teatro político, realidad económica

La Razón
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La realidad se impuso ayer, una vez más, a la ficción. La misma mañana en que Pedro Sánchez desgranaba –rodeado de todo su equipo político– las más de 300 medidas con que busca que Podemos le apoye en un nuevo intento de investidura se hicieron públicos los datos de desempleo de agosto. Frente a las alharacas y fuegos de artificio –con pólvora que aportan los contribuyentes– conocimos que el número de afiliados a la Seguridad Social descendió en 212.984 personas respecto al mes de julio. Un dato clave pues significa que «ese» Ejecutivo contará con menos contribuyentes para pagar sus dispendios. Por otro lado, los desempleados sumaron 54.371 personas –el peor dato en un mes de agosto desde 2008–. Nada de eso parecía afectar a Sánchez, que componía, nota a nota, una melodía con la que buscaba atar los votos de Unidas Podemos. Y por si no quedaron claras sus intenciones, a las pocas horas, el ministro de Fomento en funciones, José Luis Ábalos, hizo refuerzo positivo al asegurar que el PSOE le ha ofrecido a Unidas Podemos ocupar puestos «de alta reponsabilidad» en organismos institucionales para recuperar la confianza de la formación morada de cara a formar un Gobierno. Lo malo es que ese ofrecimiento se llama algo así como participar en la «gobernanza»... pero fuera siempre del Consejo de Ministros. Esa piedra de toque le ha valido a la formación de Pablo Iglesias para saber la pureza de las intenciones del PSOE. Nulas. Todo lo demás de lo expuesto por el presidente del Gobierno en funciones, desde la revisión de las causas del despido objetivo y la prohibición de cortar los suministros básicos de agua, luz y gas en situaciones de pobreza –pedido por los morados–, a la equiparación de los permisos de paternidad y maternidad iguales (16 semanas) e intransferibles y retribuidos al 100% en 2021, pasando por la creación de centros culturales comarcales que «propicien la descentralización de la Cultura» y, en consecuencia, la desigualdad que en esta materia existe entre el mundo rural y el urbano, o un nuevo Estatuto de los Trabajadores han conducido a una respuesta hermética de Podemos. Se tomarán un tiempo para contestar. Lo siguiente será el encuentro mañana entre los equipos de trabajo de PSOE y Unidas Podemos. Y poco más. Ambos están de acuerdo en trabajar lejos de los focos mediáticos. Unas condiciones que serán clave tras el fracaso anterior, en el que los rumores y medias verdades aireadas en los medios de comunicación, de forma más o menos interesada, dieron al traste con un acuerdo que no cuajó. Antes de llegar a la disolución de las Cortes –prevista para el 23 de septiembre si no hay acuerdo– y que se convoquen elecciones el 10 de noviembre «hay tiempo», apuntan desde Unidas Podemos. Quizá no tanto si adoptamos unas perspectiva más realista y observamos el entorno económico, nacional e internacional. Más allá del desgobierno, la falta de Ejecutivo lastra cualquier respuesta de las administraciones ante la tormenta económica que se está fraguando. Los últimos datos del paro, que ayer deberían haber aguado el entusiasmo propagandístico de Sánchez, son la penúltima prueba de que el ciclo económico necesita de decisiones arriesgadas y valientes y no de mayor gasto público y endeudamiento. Una fórmula que ha hundido los últimos gobiernos socialistas. Pero el presidente del Gobierno en funciones parece decidido a seguir con la farsa. La mejor prueba, lo apuntado ayer por LA RAZÓN: mientras se apuraban los contenidos de las más de 300 medidas a presentar a Unidas Podemos, desde Moncloa se trabaja ya con las agencias de publicidad y análisis en una nueva cita electoral. El bucle político de Pedro Sánchez arrastra a todos. Sólo los tiempos constitucionales nos darán una salida.