Cataluña
Tezanos, mal publicista del PSOE
Tratar de condicionar a la opinión pública mediante la manipulación de datos demoscópicos ni es nuevo ni, sobre todo, es sencillo en un mundo donde reza la libertad de información y operan actores concurrentes en el campo de las prospecciones sociológicas. De ahí que la última entrega del CIS, ahora bajo la dirección de un militante del PSOE de larga data, no resista el menor contraste con la realidad política del país que pretende retratar. Más aún, cuando las propias características del sondeo de opinión dejan entrever el sesgo forzado en la interpretación de las respuestas de los consultados. Sabe Tezanos, porque nadie puede negarle profesionalidad y conocimientos en la ciencia de la demoscopia, lo aventurado de proyectar resultados electorales sobre una panoplia de opiniones que presenta un 45,3% de indecisos, sin aplicar las medidas correctoras, la llamada «cocina», depuradas a través de largos años de experiencia y ajustadas a la tipología del ciudadano medio. En el caso que nos ocupa, casi la mitad de la muestra se resuelve entre los que declaran que no han decidido a qué partido van a votar, no saben aún si votarán o, lo que es más significativo, dudan entre varias opciones. Colegir, como hace el CIS, partiendo de una estimación directa, que el PSOE se mantiene estable en la perspectiva de voto mientras el PP se hunde, cuando el porcentaje entre los antiguos votantes de ambos partidos que se declaran indecisos es similar, no parece muy acertado. Sostener, como hace el CIS, que existe una ventaja socialista de 14 puntos porcentuales sobre el Partido Popular cuando más de un 70 por ciento de los encuestados declaran que no confían en el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, no abona la confianza en el organismo público. Con muestras inferiores, es cierto, pero desde una experiencia acreditada, tres empresas de sondeos han publicado este mes encuestas sobre intención de voto que son coincidentes en la apreciación de la tendencia del cuerpo electoral y, al mismo tiempo, discrepan notablemente de los resultados que nos proporciona Tezanos. Así, el sondeo de «NC Report» para LA RAZÓN, estima que la diferencia entre el PSOE y el PP es de dos décimas; la encuesta de «Gad3», para ABC, eleva la diferencia a 3,5 puntos, a favor de los socialistas, pero mantiene a la formación de Pablo Casado como segunda fuerza, y «JM&A», para el diario Público, da una diferencia de 8 décimas entre el Partido Socialista y los populares. Tales diferencias con las estimaciones del CIS, que, hay que recordarlo, coloca al Partido Popular en el cuarto puesto, superado, incluso, por Podemos, no puede deberse sólo a una anomalía estadística. Con todo, lo peor es el absoluto escepticismo con que la opinión pública acoge desde el cambio en su dirección el trabajo de una empresa pública, con profesionales de acreditada trayectoria. A reducir el escepticismo ciudadano no ayuda, precisamente, que el propio Tezanos excuse el fallo en sus previsiones para las elecciones andaluzas –la última prueba de contraste habida– en que el CIS, citamos textualmente, «no tiene una bola de cristal». Aunque más burdas resultan otras manipulaciones en el cuestionario del CIS –como las que se refieren a la situación en Cataluña, donde las demandas de aplicación de la ley y el respeto al orden constitucional se plantean al entrevistado como posiciones «radicales» o de «mano dura»– es en la estimación de voto donde puede, legítimamente, adivinarse la intención partidista. Que Pablo Casado y Pablo Iglesias, los dos rivales políticos directos del actual presidente del Gobierno, salgan igual de mal parados como si pertenecieran al mismo ámbito ideológico dice mucho de la labor de Tezanos en favor de Pedro Sánchez.
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