Francia
Un candidato solvente
No parecen ser conscientes en el PSOE de que la caricaturización del adversario político, en este caso a expensas de un supuesto machismo del candidato popular, Miguel Arias Cañete, que ni el feminismo más beato termina de creerse, acabará por volvérseles en contra, como ocurre cuando la exageración demagógica se hace evidente y cuando, como en este caso, los menos avisados en la filas propias extienden la acusación infame a todos aquellos ciudadanos que se sienten próximos a las ideas y convicciones del centro derecha. En campaña, los latiguillos electoreros tienen su razón de ser, aunque sólo sea como cortina de humo que tape las propias carencias, pero su desmesura corre el riesgo de movilizar el voto contrario, herido por la mentira, sin la menor repercusión, además, en las propias filas, cuya experiencia vital es la de quien habita en un país democrático moderno, donde la igualdad entre hombres y mujeres, con independencia de posiciones ideológicas, está perfectamente interiorizada. Pero, tal vez, lo más significativo es que en los cuadros del PSOE se haya tomado un comentario poco afortunado, pero en absoluto trascendente, del candidato rival como si se tratara de la tabla de salvación del proceso electoral. Demostración palpable de que su mensaje político, condicionado por la realidad de una socialdemocracia europea muy alejada de los maximalismos ideológicos de la izquierda, no cala en amplios sectores del electorado. Así, se hace difícil salvar las contradicciones del discurso socialista, que pide más gasto social y más inversiones públicas, sin especificar hasta dónde se debe aumentar la carga fiscal a los ciudadanos, cuando dos de los mayores partidos de su espectro político, en Francia y en Alemania, propugnan fórmulas económicas mucho más próximas a las que ha llevado a cabo Mariano Rajoy. Contradicción que no existe en la oferta del centro derecha europeo, como se desprende de la entrevista que hoy publica LA RAZÓN con Miguel Arias Cañete, cabeza de lista del PP. Porque el gran desafío que enfrenta Europa no es tanto de índole presupuestaria como de culminar la unión monetaria, ahormando las políticas fiscales y, fundamentalmente, dotándose de un regulador financiero común. A partir de ahí, y frente a los delirios de los euroescépticos, se podrá concluir una nueva política económica en igualdad. También, consolidando la Política Agraria Común, que no puede reducirse al mero reparto, más o menos justo, de subvenciones, sino que debe abordar mecanismos que garanticen la competitividad de la producción agrícola, frente a países terceros. Por último, la «convergencia social», con especial acento en los jóvenes. Todo ello está en el programa y en la cabeza de Miguel Arias, un candidato solvente y con experiencia.
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