Cataluña

Un discurso para España

Una de las causas, y no la menor, por las que los separatistas catalanes no han cejado en su empeño es por la ambigüedad y confusión en las que se mueve el segundo partido político de España, el PSOE. No sin motivo, el presidente Rajoy emplazó ayer al líder socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, a aclarar si apoya el derecho de autodeterminación que defiende la Generalitat. Lo cierto es que, en esta grave cuestión, las palabras, los gestos y los hechos de los dirigentes socialistas son oscuros, erráticos y vacuos, de modo que resulta imposible deducir qué modelo de España propugnan o defienden. Nadie sabe a ciencia cierta qué propone Rubalcaba con tanto énfasis en la palabra «federalismo», y, menos que nadie, destacadas personalidades del propio PSOE, que se preguntan si el partido tiene claro de dónde viene y hacia dónde va. Esa indefinición, ese ponerse de perfil ante el desafío, puede resultar intrascendente en los pequeños partidos, pero es muy perjudicial en una formación de gobierno como es el PSOE, del que se espera seriedad, rigor y responsabilidad en conceptos clave para la continuidad del Estado de Derecho. Sin embargo, a día de hoy, Rubalcaba no ha sido capaz de explicar sin rodeos y con palabras sencillas qué es eso de la España federal y en qué se diferencia del actual modelo de las autonomías. ¿Acaso esconde su proyecto aquella ocurrencia del federalismo asimétrico? Dígalo, pues; hable sin tapujos. En todo caso, esperemos que no. Los dirigentes socialistas tienen la obligación de acabar con su indefinición y de demostrar que no han perdido su sentido de Estado y su defensa de la integridad de España. No estamos ante una respuesta que se pueda diferir más, porque la agresividad nacionalista demanda una actitud leal y de compromiso. Han de ser conscientes de que, precisamente, por su paralizante indefinición y su fragilidad política han favorecido que los separatistas catalanes progresaran en su desafío y ganaran posiciones en el debate político sin la resistencia que cabría esperar de un partido que ha gobernado España durante 21 años desde la recuperación de la democracia. Rubalcaba se ha equivocado gravemente al supeditar una cuestión de Estado a la estrategia partidista con la vana ilusión de sacar tajada de los empellones nacionalistas al Gobierno de Rajoy. Es tiempo de que el PSOE asuma su responsabilidad histórica y defienda con claridad la España constitucional, unida y diversa que, por lo demás, es la que quieren todos sus votantes, incluidos los de Cataluña. Hacer frente al desafío secesionista no es sólo responsabilidad del Gobierno de la nación, sino también del principal partido de la oposición. PP y PSOE deben cerrar filas y ofrecer un mismo discurso en defensa de la convivencia, la libertad y el Estado en una España cohesionada y próspera.