País Vasco
Una democracia digna
En su discurso de proclamación como Rey, Don Felipe pidió que, si tuviésemos que mirar al pasado, se hiciera sin nostalgia pero con respeto hacia nuestra historia. En ella están escritos los capítulos más duros y decisivos en la defensa de la democracia en España, aquellos que supusieron el sacrificio de miles de ciudadanos y servidores públicos a manos de un terrorismo que durante cuarenta años golpeó con saña a la sociedad española. Las víctimas del terrorismo son ahora el testimonio de aquella resistencia clave para acabar con ETA, que pensó que frente a su impunidad sólo encontrarían el silencio de sus víctimas. Felipe VI dijo en su primera alocución ante las Cortes que en la mirada a nuestro pasado debíamos mostrar «un inmenso respeto a todos aquellos que, víctimas de la violencia terrorista, perdieron su vida o sufrieron por defender nuestra libertad». Estas palabras son una demostración de afecto y, sobre todo, de compromiso en la defensa del Estado de Derecho, que, como señaló, es el reconocimiento hacia la «dignidad que merecen» las víctimas. Como afirmación de un hecho que constituye la base de nuestra democracia, el primer acto oficial de los Reyes fue con representantes de las asociaciones de víctimas del terrorismo. El encuentro, que tuvo lugar ayer, trasciende el gesto protocolario y se sitúa en el corazón mismo de la Corona como un principio que debe guiar a toda democracia digna de serlo. Don Felipe destacó su superación personal y su fortaleza moral, demostrada por anteponer la Ley a los deseos de venganza. A lo largo de su reinado, Don Juan Carlos y Doña Sofía compartieron el dolor y estuvieron al lado de las víctimas en los momentos más terribles, cuando ETA asesinaba inmisericordemente arropada por el silencio inmoral de sus cómplices, o cuando el terrorismo islamista perpetró los atentados del 11-M, un crimen que conmovió al mundo. No tenían más objetivo que tumbar a la sociedad española e imponer sus ideales de intolerancia y miedo. No lo han conseguido. Las víctimas tienen nombres y apellidos, han dejado de ser seres anónimos que debían permanecer en un vergonzante olvido y su ejemplo debe ser tenido en cuenta, como dijo ayer Felipe VI. Como presidenta de la AVT, Mari Mar Blanco pidió ayuda para construir un relato que niegue la razón de ser del terrorismo en el País Vasco, que basó su derecho a matar en la existencia de un «conflicto» que anteponía la democracia a un supuesto derecho etnicista y totalitario. Los hechos han demostrado que ese sórdido mundo ha sido derrotado, que la sociedad española no claudicó ante sus exigencias y que la dignidad recuperada de las víctimas es el mayor símbolo del triunfo de la democracia frente a la barbarie. Así lo ha querido expresar Don Felipe mostrando junto a las víctimas su compromiso con el Esado de Derecho.
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