Y volvieron cantando

Esa necesaria carga ideológica

Si de alguna manera podría definirse la actual legislatura para el Partido Popular, bien podría ser la de una verdadera y auténtica montaña rusa

Cuando aflora una cierta inquietud en el seno del PP viendo que, aun estando a la cabeza no acaba por despegarse con un tirón definitivo en las encuestas, siempre resuena un eco interno que, lamentando las tibiezas que dieron en su momento con el nacimiento de Vox reclaman un mayor peso en la carga ideológica. El resurgimiento de debates como el de la gestación subrogada o los siempre presentes del aborto y las pensiones, armas arrojadizas de la demagogia de la izquierda han vuelto a recuperar ese eco de manera nada despreciable, no tanto en clave de 28 de mayo como especialmente de cara a los decisivos comicios generales de diciembre. Si de alguna manera podría definirse la actual legislatura para el Partido Popular, bien podría ser la de una verdadera y auténtica montaña rusa. La formación liderada por Núñez Feijóo ha pasado indistintamente desde las elecciones de 2019 –y siempre por méritos o deméritos propios– tanto por momentos de auténtico subidón demoscópico como por situaciones en las que se asomaba al abismo.

Hoy, tras la llegada del líder gallego al timón de Génova 13 y pasados los momentos convulsos de la fallida era Casado, las expectativas se han estabilizado pero esa sensación de montaña rusa, aun siendo menos aguda no acaba de despejarse, en parte por factores externos como la moción de censura de Vox y el candidato Tamames que acabó por pinzar al PP desde sus flancos izquierdo y derecho insuflando litros de oxígeno a un Gobierno más que renqueante, pero en parte también por una indefinición no exenta de ciertos complejos en el terreno ideológico, que no ha dejado de planear sobre un partido que nació con el «ADN» muy marcado desde los tiempos de Fraga hasta la etapa de Aznar, pero que comenzó a sumirse en un pragmatismo en parte exento de alma cuando se recupera el poder de la mano de Rajoy y las urgencias por sacar –dicho sea de paso exitosamente– al país de la crisis económica acabaron por marginar eso que se sencillamente supone hacer política. Ese es el flanco por el que la propaganda gubernamental trata de golpear el hígado de Núñez Feijóo al que alguien ya le habrá dicho –queremos pensar– que los argumentos, cortos, al pie y sin complejos. Todo lo que sea divagar equivale a munición para los voceros de un gobierno calcinado.