«De Bellum luce»
Una España atrapada en un interrogante infinito
Gobernar no es esperar el tropiezo del adversario: es dar la cara y asumir responsabilidades
Vivimos sometidos a un tiempo político gaseoso. No hay decisiones, no hay planes, no hay certezas, sino titulares construidos a partir de verbos condicionales. Que si el Gobierno estudia, que si el PP baraja, que si se planea, que si se contempla. Todo está siempre en el aire, como si España entera estuviera atrapada en un interrogante infinito.
El problema no es solo lingüístico, aunque estas palabras delaten la ausencia de hechos. Lo realmente grave es que la política ha dejado de ser un ejercicio de gobierno para convertirse en un juego de espera táctica. El impostado debate con el que esta pasada semana volvió a resucitarse la discusión sobre el aborto es un buen ejemplo de cómo cada movimiento se calcula no en función de lo que necesita la sociedad, sino de lo que conviene frente al adversario, quizás porque hace mucho tiempo que dejamos de tener un liderazgo de país que lo que busque sea avanzar, en lugar de poner la zancadilla al contrario.
Llevamos demasiado tiempo en este limbo, del que no saldremos hasta que el presidente Sánchez decida convocar elecciones. Ahora bien, prepárense ustedes porque su estrategia no pasa por definir un proyecto claro, sino por medir el estado de salud de Feijóo y ver cuándo estará lo suficiente madura la fruta de Vox como para poner las urnas.
Es tal el delirio que nos han convertido a todos en espectadores de una partida de póker en la que nunca se reparten cartas, sino que los partidos se limitan a mirar de reojo al contrario para intentar adivinar la jugada ajena antes de arriesgar en la propia. Y mientras tanto, los grandes temas del país quedan en suspenso: la reforma fiscal, el futuro de las pensiones, la política energética, la sanidad, la educación. Todo se “estudia”, pero nada se resuelve.
La sensación de que a los ciudadanos no nos importa nada les da aire para seguir por ese camino. Así, es verdad que el PP se equivocó votando la propuesta de Vox sobre el aborto, pero al PSOE le faltó tiempo para sacar la liebre de una reforma constitucional que sabe que no tiene futuro. Y un país no puede funcionar solo con tanteos y cálculos de oportunidad porque la democracia necesita decisiones, incluso arriesgadas, y necesita liderazgos que marquen un rumbo más allá de la táctica electoral. Gobernar no es esperar el tropiezo del adversario: es dar la cara y asumir responsabilidades.