El trípode del domingo
«España se salvará por la oración»
En situaciones de singular tribulación es preciso para mantener la paz interior y la confianza, elevar la mirada hacia lo Alto y recordar que Jesucristo es el «Señor de la Historia».
Ante la preocupación causada por quien con mentira y engaño continuados a los españoles, sin ningún respeto a la verdad y carente de la más mínima ética pública, ha comprado los votos de los separatistas catalanes y vascos necesarios para mantenerse en el poder, es oportuno dar motivos para la esperanza. Mirando exclusivamente de «tejas abajo», es decir, con visión estrictamente humana, hay que reconocer que el único asidero –para una democracia tan formal cuanto inmoral– sería presuntamente la UE, ya que en caso contrario nuestro final sería el de la actual Venezuela chavista.
Pero en situaciones de singular tribulación es preciso para mantener la paz interior y la confianza, elevar la mirada hacia lo Alto y recordar que Jesucristo es el «Señor de la Historia». Grandes santos y sucesores de Pedro, se han pronunciado con claridad al respecto. San Pablo VI decía «Cristianos: sabemos que los hechos que tejen nuestra vida cotidiana y la del mundo entero no responden a un destino ciego e inexorable sino que es la trama de un misterioso designio que revela la presencia de las manos de Dios»… San Juan XXIII gustaba referirse a las «alas de la buena Providencia que nos acompaña en todo acontecimiento»... San Juan Pablo II, gran teólogo de la Historia, «el hombre con su libertad hace la Historia a través del tiempo, pero Dios junto a Él, la conduce». España es Nación elegida para una singular Misión en los inescrutables designios de la Providencia, puesta de manifiesto en la evangelización de América o durante la Contrarreforma, desangrándose frente a la expansión del cisma protestante con las guerras de religión de los siglos XVI y XVII. Para los no creyentes o creyentes con la fe debilitada, esta visión superior de la Historia puede parecer una extravagancia, o un desafío al sentido común. Pero que «España es Tierra de María» lo atestiguan los innumerables santuarios, iglesias y ermitas de todo tipo a Ella dedicados que pueblan la geografía hispana, y así lo reconoció el gran Santo y Papa Wojtyla, al despedirse de nosotros en su última visita apostólica el 4 de mayo de 2003. España está consagrada al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María, lo que es garantía de salvación, pero acrisolada en la persecución por las fuerzas del poder de las tinieblas, como actualmente se está experimentando. El SCJ se lo reafirmó a la gran santa Carmelita Maravillas de Jesús, al pedirle que fundara un Carmelo junto a su Monumento en el Cerro de los Ángeles: «España se salvará por la oración». Los fieles laicos lo creen, y la Jerarquía actuar en consecuencia.
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