La situación

A la espera de Sumar

La izquierda gobernante no puede llegar a las elecciones generales con los dos sectores de la coalición enfrentados, y con Podemos y Yolanda Díaz sin ponerse de acuerdo.

Se ha cumplido una semana desde que Yolanda Díaz e Irene Montero escenificaron una foto en los pasillos del Congreso. Ocurrió minutos antes de que ambas votaran no –y perdieran esa votación– a la reforma de la ley del «solo sí es sí» planteada por sus socios de coalición. Y ocurrió justo después de que Montero estuviera varias horas en el hemiciclo plena de soledad en el banco azul, apenas acompañada por Ione Belarra. No hubo un solo ministro socialista que quisiera romper esa imagen de aislamiento. Pero tampoco estaban allí los ministros del sector Podemos Alberto Garzón ni Joan Subirats. Y Yolanda Díaz solo apareció al final para hacerse esa foto con Montero en el pasillo, y sin que una ligera sonrisa apareciera en el rostro de ninguna de las dos.

Días después llegó el pacto de las pensiones entre los partidos de la coalición, en el que Díaz se erigió a sí misma en conseguidora. Y, a continuación, empezó a rumorearse que, por fin, la vicepresidenta segunda se muestra en disposición de anunciar que sí quiere ser la cabeza electoral de la izquierda populista.

Moncloa lleva meses esperando que sus socios de coalición se organicen, porque la izquierda gobernante no puede llegar a las elecciones generales con los dos sectores de la coalición enfrentados, y con Podemos y Yolanda Díaz sin ponerse de acuerdo. Un nuevo gobierno de izquierdas –y, por tanto, el sanchismo 2.0– solo será factible si se reedita la coalición, con el apoyo del conglomerado Frankenstein. Aunque, si tal cosa ocurre, el precio a pagar no será barato: ¿qué pedirán los independentistas catalanes y vascos para sostener una segunda legislatura de Pedro Sánchez, después de lo que mucho que ya les ha dado en la primera?

Pero para llegar a ese escenario se tienen que dar varias circunstancias. La primera, que esa foto sin sonrisas de Montero y Díaz se transforme en un pacto Sumar-Podemos, aunque no se soporten mutuamente. Y que su lista electoral consiga el número suficiente de escaños para sostener a un PSOE que, según los sondeos, no tendrá más votos que en 2019, sino menos.