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Insensateces

El Eternauta

«El Eternauta» es un relato inconmensurable, planetario, donde se habla, sobre todo, del ser humano

Si Uds. ya han visto la serie argentina «El Eternauta», estoy llegando tarde a este artículo. Ahora bien, si por el contrario es Ud. de los que la tiene a punto, déjeme que le cuente algunas consideraciones que le van a ayudar a entender un poco más esta magnífica producción, absolutamente apabullante cuando uno conoce bien ese país, su historia, sus sentimientos recientes y sus heridas todavía abiertas. Porque «El Eternauta» merece contexto.

Esta serie dramática es una adaptación de un cómic extraordinario, obra clave de la ciencia ficción latinoamericana, publicado en 1957 por un historietista, escritor y divulgador científico llamado Héctor Germán Oesterheld y el ilustrador Solano López. En 1977, Oesterheld fue secuestrado por los militares durante la dictadura argentina y fue visto por última vez en un centro de detención clandestino. Ya habían sido secuestradas y asesinadas sus cuatro hijas, dos de ellas embarazadas. También desaparecieron sus tres yernos. Con todos esos antecedentes, «El Eternauta» no es únicamente una serie de televisión con una producción muy llamativa y generosa: es casi la historia de un país, cargada de simbolismo, de momentos patriotas emotivos, de imágenes metafóricas y de conclusiones que llegan mucho más allá de las que podría contarnos una historia lineal.

Los creadores de la serie se han permitido alguna actualización que no le quita un ápice a la esencia del cómic original. El protagonista no tiene la misma edad que el del cómic y se introduce la Guerra de las Malvinas como otra de las banderas que quiere enarbolar cada uno de los seis capítulos, como un hilo invisible que une al Eternauta con su memoria, que sigue presente, que no le abandona. El Eternauta es casi la Argentina, con esa memoria que algunos quieren ahora manosear, cambiar, reescribir e, incluso, negar.

Intuyo que habrá gente que no se acostumbre a la ciencia ficción cuando en su cabeza resuena siempre la calidad del cine argentino, tan realista, tan cotidiano, tan de barrio. Pero es que «El Eternauta» es un relato inconmensurable, planetario, donde se habla, sobre todo, del ser humano. Donde nadie se salva sólo. Donde lo viejo, funciona.

No la miren como se mira una distopía. Mírenla como se mira a un país que paga a diario consecuencias alienantes.