Y volvieron cantando
El factor PNV desorientado
El escenario ideal para el PNV sería la ruptura solo a cargo Carles Puigdemont, pero resulta que este elemento es incontrolable
Si hay un partido político al que todavía le retumban los oídos con el nada agradable sonido de algunas verdades incomodas, ese es el PNV tras el «desahogo» del líder del PP Alberto Núñez Feijóo en su investidura fallida señalando las contradicciones de los nacionalistas vascos a la hora de apoyar una investidura de Sánchez de la que, en esta ocasión tal vez no saquen tantos dividendos políticos en clave partidaria y con independencia de que no toda su feligresía va a entender el movimiento, por mucho que se agite el espantajo del distanciamiento con todo lo que huela a Vox.
En el PNV hay muchos entornos, sobre todo socioeconómicos, y no todos están por la labor de engancharse al tren de un «Frankenstein 2» en las circunstancias actuales, entornos que, además de no hacer ascos a la normalización de la comunicación entre Ortuzar y Núñez Feijóo contemplan con no poca preocupación la posibilidad de que el gobierno vasco deje de caminar al unísono con ese centro de poder que es la «Sabin Etxea» y es que la formación peneuvista que fue clave en el desalojo de un gobierno del PP, vía moción de censura, atraviesa unos momentos de zozobra trufada de desorientación ante las consecuencias de un apoyo en Madrid al PSOE que no les beneficia en la misma medida que a Bildu. Ahora, más que resultar los receptores de las nueces que caen sobre el saco abierto, se asemejan a la liebre que sobre la calzada no tiene claro hacia dónde saltar frente a las luces largas del automóvil que amenaza con atropellarla.
El PNV es probablemente el partido hoy más interesado en que haya repetición de elecciones, muy por encima del resto de variopintos socios de Sánchez, pero el problema es que no puede resultar el artífice único de una ruptura que nos aboque nuevamente a las urnas, sobre todo porque tras los comicios vascos su continuidad en el gobierno de Vitoria pasa por el comprometido apoyo del PSE. El escenario ideal sería la ruptura solo a cargo Carles Puigdemont, pero resulta que este elemento es incontrolable.
El panorama por lo tanto pinta en la dirección del acuerdo a cualquier precio, sobre todo tras la evidencia de detalles como una foto de Sánchez con Bildu tras la que no puede presentarse a nuevas elecciones. Al PNV le toca tragar.
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