
Escándalo
Mette-Marit: salud frágil, silencio oficial y un hijo en el ojo del huracán
La princesa atraviesa acaba de cumplir 52 años en su peor momento vital

No es un año fácil para la princesa Mette-Marit de Noruega. La que un día fue el rostro fresco y poco convencional que conquistó al heredero Haakon, atraviesa ahora uno de los momentos más delicados de su vida. A los problemas de salud crónicos que le han obligado a reducir su agenda pública se suma un escándalo devastador: el de su hijo mayor, Marius Borg, de 28 años, acusado por la Fiscalía noruega de 32 delitos que incluyen violación y violencia de género. Una situación inédita que ha puesto a la Casa Real en el centro de todas las miradas.
Marius, que creció bajo el foco mediático desde que su madre se casó con Haakon en 2001, ha negado los cargos más graves, aunque ha admitido su disposición a asumir responsabilidad por los más leves. De ser hallado culpable, se enfrenta a hasta diez años de prisión. El caso, que se juzgará en enero de 2026, amenaza con convertirse en uno de los procesos más mediáticos de la historia reciente de Noruega.
Su cumpleaños más agridulce
En este contexto sombrío, Mette-Marit ha cumplido 52 años. Nada de fastos ni de grandes recepciones: apenas una reunión privada en su residencia y un escueto mensaje en redes sociales desde la Casa Real. Un aniversario marcado por la ausencia de sus hijos menores –Ingrid estudia en Australia y Sverre Magnus vive en Trondheim– y por la presencia constante de la duda pública sobre cómo gestionar el impacto de este terremoto familiar.
Haakon, fiel a su estilo sobrio y prudente, ha optado por una breve declaración en la que reiteró que la familia seguirá cumpliendo sus obligaciones institucionales y que confía plenamente en la justicia. «Ahora se han determinado los cargos. El caso se llevará a los tribunales, que decidirán el resultado final», señaló, intentando poner distancia entre la institución y el drama personal.

El vínculo entre Marius y Haakon, sin embargo, ha vuelto a situar al príncipe en el centro del debate, especialmente después de que se revelara que uno de los presuntos abusos sexuales tuvo lugar durante un viaje en el que ambos coincidieron. Según la Fiscalía, Haakon se retiró temprano, mientras Borg continuaba la noche hasta el episodio que ahora se investiga. Pese a ello, la sombra de la pregunta –qué sabían realmente Haakon y Mette-Marit del comportamiento de su hijo– flota sobre la opinión pública.
Arropada por los suyos
En medio de este torbellino, la princesa cuenta con un apoyo firme: el de su esposo y el de Victoria de Suecia, su gran amiga y confidente, con quien comparte vínculos de madrinazgo cruzados. Una relación que se ha convertido en un refugio emocional.
El juicio marcará un antes y un después para Marius y, de algún modo, también para su madre. No se trata solo de una cuestión judicial, sino de un episodio que pondrá a prueba la resistencia emocional de Mette-Marit y la credibilidad de la propia institución. La princesa, que siempre se ha movido entre la imagen de madre protectora y la exigencia de su papel como futura reina consorte, tendrá que convivir con la mirada implacable de un país que, más allá de la Justicia, busca respuestas en su silencio. Porque si algo demuestra la historia de las casas reales es que ni los muros del palacio logran frenar el avance del escándalo y el juicio implacable de la opinión pública.
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