El buen salvaje
Flotillas
Habría que abolir las guerras por decreto, como hace Pedro Sánchez con los asuntos que no le gustan
La pléyade de Hollywood y del «cine comprometido» ha encontrado en Palestina el nuevo lugar donde enjugar sus conciencias. Javier Bardem, Yorgos Lanthimos o Tilda Swinton, estupendos en lo suyo, a veces hasta magistrales, se ven ellos mismos en una flotilla imaginaria. Es lo que les faltaba a los pobres palestinos y tal vez lo que estaba deseando Netanyahu. Los firmantes son casi los mismos que abrazan otras «causas justas», como el cambio climático, el que provocó los incendios este verano, y la pobreza en el mundo. Habría que abolir las guerras por decreto, como hace Pedro Sánchez con los asuntos que no le gustan. No está mal que alcen la voz contra lo que consideran injusto y a todas luces es una barbaridad; otra cosa es un genocidio, que es una cuestión gramatical y jurídica, pero lo que no entiendo es que su protesta será «no trabajar con empresas implicadas en el genocidio». Si no fuera dramático, es para reírse como si Woody Allen acabara de contar un chiste de judíos.
En un mundo globalizado (todavía) me pregunto quién dictamina, y hasta dónde, qué empresa, banco, gobierno, en fin, qué instituciones se relacionan con Israel hasta tal punto, empezando por ellos mismos, los actores, que trabajan en un ámbito en el que a veces no se sabe de dónde llega el dinero, en un ecosistema donde un día los judíos fueron hegemónicos. ¿Qué significa exactamente que una empresa esté «implicada con el genocidio»? ¿Vale una línea de maquillaje que reciba ayudas del Ejecutivo israelí como una que tengo en los labios? ¿Se considera colaboracionista a TVE por participar en el festival de Eurovisión en el que se exalta la imagen del país al que detestan? ¿Preguntarán a Scarlett Johansson si reniega expresamente de la política de destierro de Gaza? La realidad es más compleja de como la pintan estos cerebros de la geoestrategia mundial. Habría que preguntarse, como hizo Pier Paolo Pasolini en el 68, de qué lado se pone un obrero. Se supone que las empresas tendrán dueños burgueses, ¿y los trabajadores?