Sin Perdón
El «gatillazo» del caso Rubiales
«Se tendría que haber actuado con menos presiones partidistas para camuflar que Rubiales era un hombre del PSOE»
Menudo desastre. Es una consecuencia de la sobreactuación que caracteriza al gobierno socialista comunista y la hiperventilación que existe en Podemos. Se pidió al TAD que considerara que lo sucedido con Rubiales era una falta muy grave y de momento la ha calificado como grave. Tendrán que agradecer a la FIFA, que es una entidad privada, que aplicara una suspensión provisional. Rubiales no puede presidir la Real Federación Española de Fútbol. El tema del beso a Jenni Hermoso está judicializado tras la actuación de la Fiscalía, aunque lo lógico sería que la afectada presente la querella. En este caso no sería serio que el aparato propagandístico gubernamental justifique no hacerlo en que se produce una revictimización. La jugadora tiene que defender su honor. El otro aspecto fundamental es que Rubiales ha demostrado que es un impresentable. Su bravuconería, grosería, clientelismo y desdén por la dignidad de las instituciones lo descalifican para ocupar este cargo. Lo lógico sería que fuera destituido por sus compañeros. La única responsabilidad que merece es ser un «expresidente». No quiero que el fútbol español esté representado en el mundo por un personaje que se toca el paquete para celebrar una victoria.
Finalmente, es muy preocupante la sobreactuación que estamos viviendo en esta cuestión. Desde el primer momento señalé que tenía que abandonar el cargo, pero las cosas hay que hacerlas bien. Es decir, conforme a Derecho. La política se ha convertido en un terreno abonado para la inmediatez y la improvisación. La endeblez jurídica del escándalo es inquietante, por lo que se tendría que haber actuado con sosiego y con menos presiones partidistas para camuflar que Rubiales era un hombre del PSOE. Al margen del TAD, la FIFA y los tribunales de la Justicia, la solución es tan simple como que la Asamblea de la Federación acabe con este bochornoso espectáculo poniendo fin a la era Rubiales. Sus comportamientos, no ahora sino siempre, son inadmisibles. No hacerlo los convierte en cómplices del suspendido presidente y permiten que se perpetúe un daño enorme al fútbol español, sus profesionales, aficionados e imagen internacional.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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