El trípode

De Gaza al Senado: «¡Ánimo Pedro!»

Sánchez necesita ahora de un nuevo tema para distraer la atención y no hablar de su situación personal, familiar y política, además de «sus» Presupuestos

El drama de Gaza se ha convertido en el gran tema de la progresía, destacando Sánchez con sus críticas a Trump y Netanyahu, descalificándoles al considerarles como líder de la «multinacional ultraderechista» a Donald Trump, y nada menos que de «genocida» al PM de Israel. La consecuencia es que el gobierno de España, arrastrado por el «ultraprogresista» Sánchez, ha perdido cualquier relevancia internacional y carece de influencia alguna ante los dirigentes que han conseguido que hasta la propia Hamás haya aceptado comenzar la aplicación del acuerdo de paz alcanzado por ellos. Es una lamentable consecuencia más de formar un Gobierno que es un auténtico Frente Popular social comunista, apoyado en unos aliados parlamentarios entre los que está la versión política de ETA. La reacción internacional ha sido unánime, desde Giorgia Meloni a Starmer, pasando por Macron en la UE y António Guterres por la ONU. Pero el culmen del ridículo –junto a Yolanda Díaz, que decía que «se negaba a legitimar esa farsa»– lo consigue el ministro Albares, que se atreve a declarar que con ellos, España «ha liderado la consecución de ese acuerdo de paz». Sin duda, Sánchez ha sido un gran conseguidor junto a Trump y Netanyahu. Si esta magnífica noticia se materializa con la libertad de los 41 rehenes israelíes todavía en manos de Hamás y la libertad de sus 2000 presos por parte de Israel, y se garantiza un alto el fuego, hay margen para la esperanza de seguir hasta alcanzar los 20 puntos del acuerdo. Y Sánchez necesita ahora de un nuevo tema para distraer la atención y no hablar de su situación personal, familiar y política, además de «sus» Presupuestos. Pero aunque la opinión pública permanece atenta a la pantalla de Gaza, confiando en una paz justa y sin Hamás existiendo, la política nacional sigue compartiendo espacio con ella. Y con información que le anima a expresar en sede parlamentaria durante una Sesión de Control al Gobierno, una frase para su biografía personal: «Ánimo, Alberto». Lo cierto es que no consta en el Diario de sesiones del Congreso una manera de acabar con tal confianza un debate entre el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición. Sabemos que fue el punto final a un intercambio dialéctico de elevada tensión entre ambos, que culminó con el anuncio de que en unos días Sánchez tendrá que comparecer en el Senado, ante el que no lo hace desde hace 19 meses. Pero en esta ocasión sí deberá hacerlo, por exigencia legal y con obligación de decir la verdad, lo que no es fácil ante sus frecuentes «cambios de opinión». Así que, «¡Ánimo, Pedro!».