El trípode
¿Un gobierno para un mundo V.I.C.A.?
Esta sigla busca sintetizar el estado actual de las cosas en el mundo a través de esos términos que, de alguna manera, todos los sentimos, vivimos o padecemos.
Los 22 integrantes del nuevo megagobierno, ministros (10), y ministras (12), entre ellas las vicepresidentas (4) y vicepresidentes (0) prometieron sus cargos y cargas ante el Rey, en una rápida ceremonia celebrada en el Palacio de La Zarzuela. Sin crucifijo y sin juramento, ya que jurar es poner a Dios por testigo de decir verdad en lo que se afirma, resulta una demostración pública de increencia, agnosticismo o ateísmo por parte de todos y cada uno y una de los componentes (y ¿componentas?) del Gobierno de España. Que en una nación como la española históricamente vinculada a la fe católica con hechos incontestables reflejo de esa vocación universal, se haga alarde de ese rechazo a la confesión mayoritaria (todavía) de los españoles, es un acto que merece ser destacado. No por conocido ya, resulta menos doloroso verlo evidenciado una vez más por un multitudinario gobierno tan feminista, inclusivo, ecológico, sostenible, progresista, y convivencial. La libertad es un atributo consustancial al hombre –«varón y mujer los creó»–, (y a los feministas tan ideologizados e inclusivos conviene recordarles el Génesis) y es propio de esa libertad la capacidad de creer o no en la existencia de un Dios creador y providente. Vivimos en un mundo Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo (V.I.C.A.).
Esta sigla busca sintetizar el estado actual de las cosas en el mundo a través de esos términos que, de alguna manera, todos los sentimos, vivimos o padecemos. En un mundo de esas características es cuando menos aconsejable tener certezas fundamentadas a las que aferrarse, ante tantas incertezas como nos rodean y muchas más que nos van a rodear. Los servidores de lo público asumen una responsabilidad añadida a la propia del común de los mortales, por lo que resulta muy conveniente y necesario disponer de ese apoyo, que sinceramente les deseamos se quieran acoger –libremente– a él. Aunque sólo fuera por un particular egoísmo se lo deseamos, porque el interés general de la Nación lo agradecería. Y el bien común de los españoles, también. Y por cierto no estaría de más que releyeran la Constitución a la que han prometido respetar, que en su artículo 16.3 menciona específicamente a la Iglesia Católica con la que «los poderes públicos en atención a las creencias mayoritarias de la sociedad española mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación». La «plurinacional» realidad de España que Sánchez quiere imponer, debe exigir que sean 22 los integrantes del gobierno para gestionar lo que anteriores gobiernos hacían con 13. Pero es sabido que para ellos el dinero público «no es de nadie».
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