El trípode

Golpe de Estado: «conflicto político desjudicializado»

Es el fin de la Constitución y de cualquier posibilidad de una convivencia cívica y pacífica entre los españoles.

La sedición fue eliminada del Código Penal tras indultar Sánchez sin arrepentimiento alguno a los golpistas con la opinión unánime contraria por parte del Tribunal Supremo que los juzgó, y atenuada la malversación de caudales públicos. Ahora se declaran inexistentes (se amnistían) todos los delitos cometidos contra el orden constitucional para llevar a cabo el deseo de los separatistas de que Cataluña –a la que consideran de su propiedad– rompiera con España, y a continuación decide que ellos son ciudadanos de categoría tan especial que no son «iguales ante la ley» como el resto de españoles, y por ello deben gozar de impunidad. Eso es la «desjudicialización del conflicto político»: que la Justicia no tiene ninguna competencia para aplicarles la ley porque violar la Constitución –que se fundamenta en la «indisoluble unidad de la nación española»– no es ningún delito, sino un «conflicto político» que debe resolverse mediante «diálogo y negociación».

Esta es la España sanchista que él quiere gobernar y que es una contradicción «in terminis», una incoherencia existencial porque supone la desaparición de la nación española y del Estado social y democrático de Derecho en que se organiza políticamente. Es el fin de la Constitución y de cualquier posibilidad de una convivencia cívica y pacífica entre los españoles.

Sánchez ya tiene su lugar en la Historia como el de un auténtico autócrata que considera que la verdad no existe, sustituida por lo que su volátil opinión considera en cada momento, con el único fundamento de servir a su ambición e interés personal. Es tan inverosímil lo que estamos viviendo ya avanzado el siglo XXI y siendo España un estado integrado en la UE, que parece una serie de Netflix sobre una distopía orwelliana y no el relato de la actualidad política española. Felipe González y Alfonso Guerra, indiscutibles referentes del PSOE comprometido con la Transición a la democracia constitucional, son ignorados por «desleales» a la actual generación propietaria de las siglas PSOE y por además pertenecer a «una generación ya antigua». Esa descripción refleja con nitidez el concepto que tiene el sanchismo de la política, del socialismo y de la misma España. Los principios, convicciones y valores no existen para ellos, son veletas que se orientan según la dirección del viento que más convenga, y son tan sensibles a los dogmas de la modernidad que se rasgan las vestiduras por la referencia a la peluquería de Yolanda, mientras descalifican sus comentarios por ser unos «viejos». Estos fariseos hipócritas son ciertamente simples sepulcros blanqueados por fuera y vacíos por dentro.