Escrito en la pared

El honor del guerrero

A Hamás se les consiente –y, peor aún, muchas veces se le alaba– la transgresión permanente de las normas de derecho internacional

Uno de los aspectos más llamativos del debate público acerca de la guerra que Israel ha declarado a Hamás y a otras organizaciones terroristas que controlan materialmente el territorio de Gaza es el que se refiere al notorio silencio de los expertos en el derecho bélico internacional en torno a los acontecimientos, mientras que con gran facilidad e ignorancia se atribuyen crímenes de guerra o genocidio al primero de esos contendientes. Y no se trata sólo de los partidos de izquierda o de ultraderecha –tradicionalmente alineados con el antisemitismo–, sino también de ONGs humanitarias –a las que cabría exigir un deber de neutralidad en el conflicto–, así como de dirigentes políticos –el más notorio el Secretario General de la ONU– que se ven arrastrados por un populista interés en recibir el aplauso de aquellos.

El derecho internacional de la guerra es una materia resbaladiza en la que las circunstancias específicas que rodean a los enfrentamientos armados juegan un papel esencial, principalmente porque, contra lo que muchos creen, no prohíbe el ejercicio de la violencia sino su sujeción a reglas que antes de ser codificadas fueron consuetudinarias. Esas reglas hayan su raíz en lo que Michael Ignatieff denominó hace tiempo como «el honor del guerrero». Un honor cuya esencia radica en la atribución de la actividad bélica a soldados enrolados en un ejército –reconocibles por su uniforme y por portar visiblemente sus armas– bajo las órdenes de unos mandos que asumen la responsabilidad de sus acciones; éstas han de sujetarse al empleo de métodos honorables –excluyéndose así las acciones ruines– y deben orientarse exclusivamente contra los enemigos combatientes, dejando al margen a la población civil siempre que lo permitan las necesidades militares.

En el conflicto de Oriente Medio, se le está exigiendo a Israel que sobrepase el honor del guerrero en nombre de oscuras pretensiones humanitarias, mientras que a Hamás se les consiente –y, peor aún, muchas veces se le alaba– la transgresión permanente de las normas de derecho internacional en las que ese honor se ha plasmado jurídicamente. Por eso, sería deseable que los expertos en esta materia empezaran a difundir su conocimiento entre el público y a pronunciarse sobre los acontecimientos más notorios de esa guerra.