El trípode

La Iglesia no es progresista o conservadora  

Se la califica de Iglesia progresista, conservadora o tradicionalista, cual si se tratara de un gobierno o un partido político, cuando la Iglesia es una institución fundada por Jesucristo hace 2000 años

La Semana Santa, seguida del inmediato fallecimiento de Francisco, han colocado a la Iglesia y a la doctrina de la Fe católica en un primer plano del foco informativo con una atención poco frecuente en estos tiempos tan descristianizados. Las encuestas publicadas también han arrojado numerosos datos acerca de las opiniones de los españoles respecto al eventual nuevo pontificado y de lo que esperan y/o desean de él. Una primera aproximación permite comprobar la existencia simultánea de dos realidades opuestas entre sí: una es el interés por el hecho religioso y otra es el desconocimiento respecto a la identidad y naturaleza de la misma Iglesia Católica. La primera es una evidencia ante el incontestable hecho de tantas horas de emisión audiovisual y de páginas de la prensa escrita dedicadas a estos acontecimientos en estas dos últimas semanas y que se van a prorrogar ante el próximo cónclave para elegir a un nuevo Papa. Y que venían precedidas del seguimiento de la evolución del estado de salud de Francisco desde su ingreso en el Policlínico Gemelli de Roma el pasado 14 de febrero. Así que se puede afirmar con debido fundamento que cuando menos durante tres meses la Iglesia católica va a estar en el epicentro de la atención informativa mundial. Y ello por cuanto todavía debe ser convocado el cónclave una vez finalicen los nueve días de luto oficial el próximo 5 de mayo, a los que seguirán los dedicados a la elección del nuevo Vicario de Cristo en la Tierra como 268 sucesor de Pedro al frente de la Iglesia militante. Junto a estos incuestionables datos que reflejan un significativo interés por el hecho religioso católico, se recogen otros que revelan una gran desconocimiento respecto del contenido de dicha Fe y de la Misión de la Iglesia. De entrada, se constata una aproximación a ellas que resulta ajena o alejada de su auténtica naturaleza con opiniones, juicios y valoraciones más propios del ámbito de la política que del religioso que les corresponde. Así por ejemplo, se la califica de Iglesia progresista, conservadora o tradicionalista, cual si se tratara de un gobierno o un partido político, cuando la Iglesia es una institución fundada por Jesucristo hace 2000 años y cuya misión es dar a conocer el Evangelio proclamado por Él y que no lo puede cambiar nadie. Y, según él, por ejemplo, el matrimonio cristiano o la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural no son susceptibles de ser cambiadas por otras realidades más «progresistas o conservadoras». Y es oportuno recordarlo ahora porque «no se puede amar y defender lo que no se conoce».