Editorial

Irresponsable acto de trumpismo sanchista

Sánchez sabe que su artimaña carece de encaje constitucional y legal. Pese a todo, reconducirse y rectificar no es propio de su naturaleza. Lo suyo es la resistencia, siempre a la búsqueda de instancias favorables como el TC

En la campaña electoral Pedro Sánchez atribuyó al centro derecha una conducta antisistema que pasaría por no aceptar los resultados de las urnas. Fue muy explícito: «Hablarán de pucherazo y de que hay que detenerme». El presidente en funciones expresó la idea fuerza de su discurso del miedo para catalogar a sus adversarios como trumpistas. Lo suyo ha sido siempre la polarización, el trazo grueso y la hipérbole contra aquellos que amenazan su poder. Pues bien, en una suerte de versión libre de la profecía autocumplida, los socialistas se han enfrascado en una cruzada administrativa y judicial que cuestiona el desenlace del 23J y refuta la limpieza y la credibilidad del escrutinio y el procedimiento en un disparatado afán por ganar por cualquier medio aquello de lo que los ciudadanos les privaron. Se trata de recuperar ese último escaño perdido en Madrid con el voto exterior, que ha motivado que la propia investidura de Pedro Sánchez y la gobernabilidad dependan de un elemento tan imprevisible como Carles Puigdemont. Los socialistas han pedido revocar el escrutinio de los sufragios en esa circunscripción y revisar todos los nulos. Según sus cálculos, si se validara el 4,43% de las 30.200 papeletas no válidas, recuperaría el parlamentario que ganó el PP, y que tan extraordinarias complicaciones arrastra. Lo han intentado en todas las instancias posibles hasta alcanzar ya el Tribunal Supremo. Las distintas juntas electorales han sido concluyentes en la desestimación de una iniciativa no ya carente de fundamentación, sino incluso contraria a Derecho, en concreto a la LOREG. La Junta Electoral Central fue taxativa: «La parte recurrente no aduce ninguna irregularidad en el escrutinio general como para justificar la repetición que solicita, sino que se limita a invocar su derecho a revisar el voto nulo indicando la cercanía en el número de votos necesarios para modificar la distribución de escaños en la circunscripción de Madrid». Las razones socialistas abrirían una espiral disparatada que forzaría revisiones exclusivamente por capricho, desesperación o pataleta del damnificado de turno. Se ha puesto en duda la fiabilidad de los resultados y se han judicializado los comicios exactamente igual que hizo Donald Trump en las últimas presidenciales con demandas por fraude ante los tribunales que quedaron en nada. Moncloa y Ferraz han explicado que es lo más garantista para que los ciudadanos vean garantizados sus derechos. Nadie en este país, ni siquiera las formaciones más antisistema, han sembrado tal desconfianza sobre el procedimiento reconocido e impecable. Se ha manchado la democracia en una grotesca pretensión de torcer la voluntad popular en línea con la más oscura tradición populista. Sánchez sabe que su artimaña carece de encaje constitucional y legal. Pese a todo, reconducirse y rectificar no es propio de su naturaleza. Lo suyo es la resistencia, siempre a la búsqueda de instancias favorables como el TC.