A pesar del...
Judaísmo liberal
El delito y el pecado eran contra otra persona, no contra el Estado
Gracias a Dios, el importante componente liberal del cristianismo se ha ido abriendo camino en décadas recientes. Lo tiene también el judaísmo, empezando por la idea central de la primacía de Dios sobre todas las cosas, es decir, también sobre el poder político.
Paul Johnson subraya en Historia de los judíos que en la visión judeocristiana no existe un contrato social sino uno con Dios, «un Dios ético que actúa como una suerte de benigno monarca constitucional limitado por sus propios rectos acuerdos». Las personas tenemos deberes recíprocos, pero «la sociedad, o su representante, el rey o el Estado, en ninguna circunstancia tenía una autoridad ilimitada sobre el individuo. Solo Dios la tenía». El delito y el pecado eran contra otra persona, no contra el Estado.
De esta forma, «la igualdad ante la ley se convirtió en un axioma judío incuestionable». Como los cristianos, los israelitas son iguales ante Dios y su ley. Eso vale para gobernantes y gobernados: «Como todos estaban igualmente sujetos a la ley, el sistema fue el primero que incorporó el doble mérito del Estado de Derecho y la igualdad ante la ley… la mayor salvaguardia posible para el individuo», aunque estuvo condicionada por las prioridades de una sociedad tan perseguida.
La libertad entre los judíos deriva de «la santidad de la vida y la dignidad de la persona», y también de la responsabilidad: «los judíos odiaban la dependencia», querían ayudar a los pobres, no enriquecerlos con subsidios, y sobre todo que se tejiera una red de solidaridad voluntaria, no forzada con impuestos.
En la economía, «una de las mayores contribuciones de los judíos al progreso humano fue que impulsaron a la cultura europea a aceptar el dinero y su potencialidad». Si era honroso multiplicar el trigo o el ganado, ¿por qué no el dinero? Cuando el mercader ironiza y le pregunta a Shylock si su oro es como las ovejas, el judío le responde refutando la noción aristotélica de la esterilidad del dinero: «No lo sé. Conmigo crían igual» (I.iii.94. Cf. «Money and contract in The Merchant of Venice», aquí: https://bit.ly/3ZEg5y3).
El espíritu liberal de los judíos se reflejaba en que «eran enemigos naturales de toda autoridad arbitraria y tiránica», su reacción «contra la injusticia jamás se permitía un descanso», y siempre estaban alertas ante el peligro que representaba «el amor al poder».
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