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El trípode

Jueves Santo

Es importante conocer que la Misa «actualiza en presente» el sacrificio redentor de la Cruz, que es único y es el efectuado por Jesucristo al día siguiente en el Calvario

Hoy, Jueves Santo, comienza el «Triduo Pascual», los tres días previos a la celebración de la Pascua de Resurrección del próximo Domingo. Es decir, el Jueves, Viernes y Sábado Santos, que evocan las jornadas de la Pasión y muerte de Jesucristo, que preceden a Su Resurrección gloriosa de entre los muertos. En concreto, hoy la Iglesia conmemora de manera especial la Última Cena del Señor con sus discípulos, antes de ser apresado en el huerto de Getsemaní, delatado por uno de los doce con los que compartió su ministerio público durante tres años y que también participaba de esa cena.

Durante la misma, el Señor instituirá dos sacramentos estrechamente ligados entre sí: el de la Eucaristía y el del Orden Sacerdotal. Sin sacerdotes, no hay eucaristía, que es el Santísimo Sacramento sin el cual «no hay Iglesia», ya que «vive» de ella. Ese santísimo sacramento no es un «símbolo» ni un «recuerdo» de ese acontecimiento –como algunos pretenden– sucedido en el cenáculo de una vivienda de Jerusalén, sino que las especies naturales y visibles del pan y del vino se transforman realmente en el Cuerpo y en la Sangre de Jesucristo. Ese milagroso cambio no perceptible a nuestros sentidos corporales de la vista, el gusto y el tacto es denominado «transubstanciación» y se realiza durante la consagración en la misa celebrada por un sacerdote, y constituye el «misterio central de la fe católica».

El evangelio de ayer relata esa cena y en especial el diálogo entre el Señor y dos de sus discípulos, Juan y Pedro, respecto a uno de sus compañeros –Judas Iscariote– que le va a traicionar. En el de hoy, san Juan relata el episodio del lavatorio de los pies de sus discípulos durante esa cena, que es un ejemplo singular de la importancia de la humildad que, con esa acción, Jesucristo eleva a la categoría de virtud cristiana por excelencia. A sus discípulos, que habían contemplado sus milagros y aclamaciones de tantos seguidores suyos y al que reconocen como «Su Maestro y Señor», Él les quiera lavar los pies; les resulta incomprensible, como atestigua Pedro cuando se niega a que Él se los lave.

Es importante conocer que la Misa «actualiza en presente» el sacrificio redentor de la Cruz, que es único y es el efectuado por Jesucristo al día siguiente en el Calvario, que en ese primer Jueves Santo de la Historia se lo anuncia, al decirles que ese pan y ese vino que les distribuye es Su Cuerpo y Su Sangre que sería derramada por ellos y por muchos para la redención de sus pecados. Y que lo hagan en Memoria Suya. Es cada Misa.