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Una Ley justa para todos, buenos y malos
Quién la haga, que lo pague, proporcionalmente, por supuesto, pero no la Justicia no se convierta en una puerta giratoria de entrada y salida para los delincuentes
Poner la tele y ver las imágenes de los incendios que arrasan España de norte a sur nos pone los pelos de punta, nos hace llorar cuando conocemos la zona quemada y nos revuelve la ira cuando confirman que el fuego ha sido provocado. Y lo que nos pide el cuerpo es coger a ese pirómano y meterle entre rejas el resto de su existencia.
Empieza a extenderse entre los que sufren la ira de los incendios la reclamación de que las penas contra los pirómanos y responsables de causar un incendio sean ejemplares, no sean tan laxas y que se acabe con la impunidad con la que se re3suelven estos delitos. No vale solo que una pena de hasta 20 años para los que como consecuencia de un fuego provoquen la muerte de alguna persona. Solo con que alguien pierda todo lo que posee, por lo que ha luchado toda su existencia, ha puesto todo sus ahorros en ello, que desaparezca su modo de subsistencia, su trabajo y su futuro es un asesinato en sí mismo, te entierra en vida. Y eso tiene que tener consecuencias más que graves para quien lo ha provocado.
El buenismo político volverá a la carga diciendo que lo que hay que hacer es educar para que comprendan el mal que han hecho, reintegrar de nuevo a la sociedad a estas pobres almas descarriadas que han perdido el rumbo, reinsertar a unos enfermos que necesitan ayuda. Pues señores -y señoras y señeres, en línea con lo políticamente correcto-, no hay que caer en la trampa
Y extendámoslo si quieren a los okupas, a los violadores, a los proxenetas, a los delincuentes multirreincidentes o a los traficantes -pero a los de verdad, no a las "mulas" a las que engañan con una falsa promesa de alivio económico-, a todos los malos de verdad que se les ocurra. Con esos, tengamos la misma piedad que muestran ellos con sus víctimas. Dice un refrán castellano que lleves la misma paz que dejes, así pongámoslo en práctica. Quién la haga, que lo pague, proporcionalmente, por supuesto, pero no la Justicia no se convierta en una puerta giratoria de entrada y salida para los delincuentes. Ellos lo saben y se aprovechan de ello.
No apuesto yo por la Ley del Talión, ni por el ojo por ojo, no me malinterpreten, pero en la proporción está la equidad, la igualdad y el respeto está la clave. Que España no convierta en el país de la libertad mal entendida, la que se convierte en libertinaje, en el que las leyes protegen más al que la infringe que al que las respeta. Que a los okupan roban, delinquen una y otra vez, queman o matan cumplan con unas penas en el mismo nivel que sus actos. No es intolerancia, es simplemente Justicia.
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