
«De Bellum luce»
La liga anti bulos miente sin parar
La burbuja de esta realidad inventada en la que nos han instalado los de la liga anti-bulos no corre peligro
No me creo que Yolanda Díaz fuese la que convenció al presidente del Gobierno de que había que anular el contrato de las balas que parece que podían ser de quita y pon. No me creo que el presidente del Gobierno esté muy enfadado con el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, por el contrato de esas balas de quita y pon porque él tiene su responsabilidad en el desastre. No me creo que en La Moncloa no supieran que estaba en marcha ese acuerdo, como las otras tantas adjudicaciones y formalizaciones de contratos con proveedores israelíes, y que esas compras han seguido produciéndose después de aquel solemne compromiso político de Sánchez de octubre de 2023 de que ni una gota más de dinero a Israel para material armamentístico. No me lo creo porque los hechos lo desmienten.
Igual que es mentira que no pase nada porque año tras año sigamos con unos Presupuestos aprobados en la anterior Legislatura o que el aumento del gasto en defensa no tiene consecuencias en ninguna otra partida relacionada con el Estado del Bienestar.
Mientras que el dinero fluya (para los de siempre), los negocios de algunos sigan en marcha, y los impuestos continúen asfixiando a una clase media a la que el Gobierno progresista está condenando a trabajar para ellos, la burbuja de esta realidad inventada en la que nos han instalado los de la liga anti-bulos no corre peligro.
España está en piloto automático, con un Gobierno limitado a su agenda más ideológica. Sin apenas capacidad para incorporar nuevas políticas públicas ni responder a contextos cambiantes más que con movimientos coyunturales que acarrean otros problemas añadidos. Los retrasos, la paralización de obras, de infraestructuras, subvenciones o proyectos estratégicos están a la orden del día. Y su debilidad les hace más dúctiles, además, a exigencias de otros poderes económicos en un toma y daca que siempre pone por delante intereses particulares.
Y ya lo último ha sido trasladar a la ciudadanía la imagen de un presidente del Gobierno que no acude al funeral del Papa Francisco en una especie de ataque de celos porque no era él quien encabezaba la delegación española. Esto puede ser sólo una impresión, pero bien cebada con decisiones y actos previos por parte de un Gobierno que se ha ocupado de arrinconar al jefe del Estado a nivel internacional, aunque esto suponga un coste para España, y sobre el que no disimulan que no le tienen aprecio, y más desde Paiporta.
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