Opinión

Listas (y listos) electorales: ex casadistas con acento gallego

El espectáculo propiciado por la confección de las candidaturas de cara al 28-M en estas semanas daría para un tratado sobre el comportamiento del político profesional

El guionista encargado de dar forma a la política española –magnífico, por cierto, el «remake» canario de los ERE de Andalucía con esta nueva temporada de contratos amañados, droga, prostitutas y socialdemocracia con epicentro en el Congreso– ha tenido a bien hacer coincidir el primer aniversario de la guerra entre Génova y la Puerta del Sol que desembocó en el final de Pablo Casado con el momento en el que se están elaborando las listas para las elecciones municipales y autonómicas de mayo.

Ambos episodios están conectados por una fina línea de puntos que muchos se afanan, desde hace meses, en tratar de borrar. La tarea es ardua porque, como en el castillo de Canterville, la sombra del fantasma –ya sea en forma de mensajes de WhatsApp o tuits eliminados o de cenas con aire conspiratorio de las que nadie se acuerda ya– sigue ahí y se aparece cada mañana. En este contexto se explica, por ejemplo, que enfervorizados «casadistas» de enero de 2022 se expresen en este invierno preelectoral con un indisimulado acento gallego. O que algunos de aquellos que hace apenas doce meses deslizaban en tono bajo, como de misa, sospechas e insidias sobre la presidenta Ayuso estrenen ahora tatuajes y pulseras con el lema «Comunismo o libertad».

Han recorrido todos ellos una suerte de viaje de Jerusalén a Damasco. Aunque sin caballo ni conversión real a ninguna fe, pues de lo que aquí se trata es de acomodarse –ojo con los codazos para salir en las fotos– y de trapichear con los principios. El espectáculo propiciado por las listas (y listos) electorales en estas semanas daría para un tratado sobre el comportamiento del político profesional y esa querencia tan humana como, en ocasiones, poco estética por la supervivencia.