Tribuna

La mirada

Se preguntaba, si aquel Magistrado al que respetaron, era el mismo que ahora forma parte de un Gobierno aliado parlamentario del partido que nació de ETA

Sabe bien el lector todo lo que puede contener una imagen. La captó un buen fotógrafo en Vitoria el pasado 25 de enero en un acto en el que el ministro del Interior daba posesión de su cargo al nuevo jefe de la Guardia Civil en el País Vasco. Mientras Marlaska, chubasquero informal con capucha, hablaba desde un atril, el general Mingorance (59) gala reglamentaria, faja roja del generalato, en presencia de una amplia representación de autoridades y miembros del Cuerpo, le mira de soslayo con aire interrogante. Dos liturgias frente a frente: la formal y tradicional de la Benemérita; la política al uso, la del mal gusto, teñida de prepotencia.

Ministro y General se conocen de sobra. Los primeros años de Mingorance transcurrieron en los Grupos de Acción Rápida (GAR) especializados en la lucha contra ETA, cuando el Magistrado era uno de los azotes de la banda asesina. Sus primeras palabras fueron de recuerdo y homenaje a los 162 miembros de la Benemérita que dieron su vida en el País Vasco en su lucha contra el grupo terrorista.

Aquella mirada se preguntaba, si aquel Magistrado al que respetaron, era el mismo que ahora forma parte de un Gobierno aliado parlamentario del partido que nació de ETA. Si era el mismo que ahora acercaba presos al País Vasco, cuando sus sentencias los condenaban a una dispersión geográfica a fin de romper su cohesión. Si era el mismo que autorizaba la reducción de plantillas de la Policía y de su Guardia Civil en el País Vasco y en Navarra cuya presencia se ha reducido un 20% en los últimos años. (1)

También era consciente del trato que habían recibido compañeros suyos y sabía en qué territorio político penetraba. Si un día Bildu pedía su cabeza, la entregarían en bandeja de plata. Recordaba al coronel Pérez de los Cobos, bestia negra de dos nacionalismos, el hombre que condujo el rescate de Ortega Lara en julio de 1997 y años más tarde coordinó el dispositivo de seguridad del 1 de octubre de 2017 en Cataluña y entre ambas fechas fue asesor de Rubalcaba, Jorge Fernández Díaz y José Ignacio Zoido. Sabe que no resistió la presionante pinza de los dos nacionalismos, reforzada con considerarle hombre de Rubalcaba, ambos hombres de Estado, aquel tan poco valorado hoy por el nuevo estatus político. El 25 de mayo de 2020, una semana después del pacto PSOE-Bildu, fue cesado. Siempre se halla una causa para «perder la confianza». En este caso, defender la confidencialidad de un subordinado en funciones de policía judicial investigando las entrañas de la marcha del 8-M. El cese arrastró las dimisiones o ceses de los generales Laurentino Ceña (26 de mayo), Fernando Santafé (27 de mayo) y José Miguel Arriba (1 de junio) que el aparato mediático del Gobierno acalló.

No le fue mejor al también coronel Sánchez Corbí (2) jefe de la Unidad Central Operativa (UCO), otra bestia negra de los nacionalistas vascos. Bastó una información del digital Vox Populi sobre fondos reservados para «perder la confianza». Como tampoco le ha ido mejor al coronel Jesús Vicente Torresano en Melilla por defender a sus Guardias, tras el trágico asalto fronterizo del pasado 24 de junio.

Sabe el General que la situación en su demarcación hoy, no es la misma que la de los años 90 del pasado siglo, lo que indiscutiblemente le alegra. Pero duda sobre si se valora el esfuerzo realizado por quienes derrotaron al terror, infiltrándose con riesgo, combatiéndolo en campo abierto, rompiendo su cohesión, achicando al máximo el agua social en la que se movían como peces. Sabe que en cualquier pasteleo parlamentario su puesto está en peligro. Porque están en plena euforia política homenajeando a asesinos, renunciando incluso a un silencio más que necesario para asentar una nueva convivencia. Ahora quieren que el silencio sea solo el de las víctimas. Y que den gracias a Dios, porque no asesinan.

Pero hay espacio para la esperanza. La reapertura de la causa por el asesinato del concejal del PP de Durango Jesús María Pedrosa, (3) admitida la querella presentada por «Dignidad y Justicia», abre nuevas expectativas para que los asesinatos de ETA no prescriban y se amplíen horizontes suficientes a fin de responsabilizar a su «zuba» dirigente. El Juez de la Audiencia Nacional Alejandro Abascal ha acordado reabrir el sumario sobre la base de que «no se trata solo de un asesinato; supone además una amplificación y un refuerzo de una amenaza que formaba parte de una estrategia de terror continuada y no puntual que perduró hasta el año 2011».

Todo esto formará tu mundo mi General. Sabes que muchos españoles estamos contigo.

(1) Hoy, entre Policía, Guardia Civil y Ejército no sobrepasan los 5.000 efectivos; la Ertzaintza cuenta con 7.500.

(2) Corbí frustró un atentado que le hubiera costado la vida a Marlaska.

(3) Le dijo un día a Carlos Herrera: «No sé si iré al cielo o al infierno, pero lo que no haré es irme de Durango».

Luis Alejandre Sintes es general (R).